Revista de descontaminación industrial, recursos energéticos y sustentabilidad.

EL BUEN SECUESTRO

EL BUEN SECUESTRO

Secuestro de carbono, para adaptación de la agricultura al cambio climático.



No todos los secuestros tienen una connotación negativa. ¿No lo cree?  Se lo aclaramos: hay una acción de este tipo que es muy beneficiosa para Chile y el planeta en su conjunto. Nos referimos al secuestro de carbono, que es la captura de CO2 atmosférico y su almacenamiento a largo plazo.

“En los suelos, generalmente, corresponde a un cambio de prácticas agrícolas donde se busca aportar más materia orgánica, que ésta sea más estable y/o que se retarde su descomposición. Son prácticas que tienen grandes beneficios en la productividad y en la mitigación del cambio climático”, destaca Paulina Etcheverría, ingeniero agrónomo e investigadora del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) Quilamapu.

En el plano internacional, el secuestro de carbono se está promoviendo cada vez con mayor intensidad, especialmente en suelos degradados, enlazándose con esfuerzos para preservar el medio ambiente y disminuir la pobreza.

En 2010, Chile oficializó en el Acuerdo de Cancún su compromiso voluntario de lograr una reducción de 20% de sus emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2020. Es un desafío que se cumpliría en parte a través de Acciones Nacionales Apropiadas de Mitigación (NAMAs por su sigla en inglés).

Una de estas acciones es la que está desarrollando el INIA, el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) y la Universidad de Concepción con la ejecución del proyecto “Una NAMA Agrícola para Chile”.

Capacidad Limitada

En el INIA explican que los suelos son excelentes agentes de secuestro de carbono atmosférico. Sin embargo, poseen una capacidad limitada para acumular materia orgánica, lo que depende de una diversidad de factores, como las condiciones climáticas, el contenido y tipo de arcillas existentes, los sistemas de labranza, el tipo de fertilización, la presencia o ausencia de riego, y la cantidad y calidad de residuos orgánicos que se incorporen periódicamente.

Etcheverría agrega: “Cuando los suelos tienen buenas condiciones de drenaje, una parte importante del carbono que allí ingresa vuelve a la atmósfera rápidamente. Solo una pequeña fracción se acumula de manera estable (aprox. 1%), la cual puede significar una contribución importante en el largo plazo, configurando lo que realmente llamamos carbono secuestrado del suelo”.

El problema, advierte la experta, es que históricamente el cambio de uso de suelo, desde sistemas pastoriles y bosques a suelos cultivables, ha significado grandes pérdidas de carbono. “Esta realidad ha sido responsable de alrededor del 20% del calentamiento global que estamos empezando a vivir en todo el planeta”, asegura.

Las causas principales que generan una disminución de la materia orgánica en el suelo son: erosión hídrica y eólica, labranza del suelo, tala de árboles y arbustos con raíces profundas, extracción de nutrientes al cosechar los productos agrícolas, y quema de rastrojos o su uso para alimentación animal fuera del campo.

Buenas Prácticas

Se han identificado una seria de prácticas de manejo agronómico que favorecen el secuestro de carbono y ayudan a una mejor adaptación a los efectos del cambio climático. El INIA detalla las más relevantes:

- Incorporar periódicamente fuentes compostadas de materia orgánica, elaboradas con residuos de cosecha y preferentemente incluyendo residuos de origen animal como guanos o estiércoles.
- Aplicar otras enmiendas orgánicas estabilizadas como guano, biocarbón  o  biosólidos (lodos tratados).
- Dejar que los animales consuman los residuos de cosecha, depositando sus excretas en el campo.
- Evitar las quemas de residuos de cultivos y preferir incorporarlos al suelo.
- Practicar cero labranza o mínima labranza en zonas de ladera, evitando la erosión por escorrentía.
- Establecer praderas o cubiertas vegetales en viñedos y huertos frutales.
- Rotar cultivos, incorporando praderas en la rotación.
- Incentivar la agroforestería o silvopastoreo, combinando árboles o arbustos con cultivos y/o praderas y animales.
- Eliminar el barbecho.
- Usar leguminosas como alfalfa y otras especies pratenses o leguminosas de grano para mejorar la fijación biológica de nitrógeno.

Lea este artículo completo en Revista InduAmbiente N° 145, marzo-abril 2017 (pág. 36).