La trascendental firma del 22 de abril de 2016, en la sede de las Naciones Unidas de Nueva York, pasó casi a segundo plano. Lo más comentado y viralizado fue la foto que retrató ese momento: John Kerry, en ese entonces Secretario de Estado de Barack Obama, con su nieta de 2 años sentada en su regazo mientras adhería, a nombre de Estados Unidos, al Acuerdo de París sobre cambio climático.
La simbólica imagen tenía un trasfondo: la importancia que le daba el gobierno de Obama a un acontecimiento que apuntaba al bienestar de las generaciones futuras.
A partir del 20 de enero Kerry, otra vez con su nieta, podría nuevamente poner la rúbrica para reincorporar a su país a tan importante tratado, del cual se salió oficialmente el pasado 4 de noviembre. Esto ocurrió un día después de la elección presidencial norteamericana que devolvió la Casa Blanca a los demócratas liderados por Joe Biden. El electo mandatario de 78 años eligió a Kerry para un nuevo cargo: Delegado Especial para el Clima, encargado de llevar adelante las políticas para prevenir y combatir el cambio climático.
“Estados Unidos pronto tendrá un gobierno que trate la crisis del clima como la urgente amenaza para la seguridad nacional que es”, señaló Kerry vía twitter apenas se supo de su nombramiento.
Grandes Desafíos
Según numerosos analistas, lo más fácil de cumplir en la agenda sobre medio ambiente y cambio climático de Joe Biden es volver al Acuerdo de París. Lo más complejo viene después: cuantificar el recorte de emisiones a que se comprometerá su mandato para luchar decididamente contra el calentamiento del planeta.
La otra gran duda de su gestión en la materia es “qué plan pondrá en marcha para cumplir esa meta, ya que encontrará serias dificultades si los republicanos mantienen el control sobre el Senado con una actitud de bloqueo”, asegura un reportaje del diario El País de España.
En su primer discurso como mandatario electo, Biden apuntó al cambio climático como uno de los grandes retos que deberá afrontar desde la Casa Blanca, prometiendo que el día 1 de su gobierno solicitará el reintegro de Estados Unidos al Acuerdo de París.
Al respecto, el programa verde de Biden propone un plan de inversiones limpias de dos billones de dólares para contribuir a que Estados Unidos logre cero emisiones netas de Gases de Efecto Invernadero (GEI) al 2050. En esa dirección, plantea avanzar hacia una generación eléctrica 100% libre de emisiones al 2035.
Un grupo de ONG medioambientales, encabezadas por Greenpeace, elaboró una lista de 10 acciones que Biden puede acometer de forma inmediata, y al margen del Senado. La lista la encabeza la declaración de la "emergencia climática nacional".
Compromisos
Los siguientes son los principales desafíos ambientales que Biden y su gobierno prometen asumir a partir del próximo 20 de enero, cuando Donald Trump debe entregarle la presidencia:
- Reintegrar a Estados Unidos a la negociación climática internacional: “Sabemos que no podemos resolver esta emergencia por nuestra cuenta. Nuestro país representa el 15% de las emisiones globales, por lo que el día 1 de su mandato Biden volverá a unirse al Acuerdo Climático de París”, afirma su programa. En rigor, una vez hecha la solicitud, será nuevamente parte del pacto 30 días después.
- Convocar a una cumbre mundial sobre el clima en sus primeros 100 días de mandato para “involucrar directamente a los líderes de las principales naciones emisoras de gases de efecto invernadero del mundo y persuadirlos de que se unan a Estados Unidos para hacer compromisos nacionales más ambiciosos”.
- Trabajar con el Congreso para promulgar en 2021 una ley sobre clima y emisiones que ponga en marcha “un camino irreversible para lograr emisiones netas cero de GEI en toda la economía a más tardar en 2050. La legislación debe exigir a los contaminadores que asuman el costo total del daño que causan los gases de efecto invernadero que emiten”, asegura su programa, recuperando el viejo principio de “quien contamina paga”.
- Avanzar hacia una generación eléctrica 100% libre de emisiones al 2035.
- Limitar las emisiones de metano de las operaciones de petróleo y gas.
- Hacer “una inversión histórica en energía limpia e innovación”. Promete destinar 400 mil millones de dólares en 10 años como parte de una amplia movilización de inversión pública en energía limpia e innovación. “Es el doble del presupuesto del programa Apolo que puso a un hombre en la Luna, en dólares de hoy”, ha asegurado Biden. Entre otras cifras, se instalarían unos 500 millones de paneles solares y más de 60 mil molinos eólicos.
- Revocar, apenas asuma el mando, un gran número de órdenes ejecutivas dictadas por el presidente Trump en materia energética, en particular dos de 2017: una que exige a cada una de las agencias federales desmantelar sus políticas ambientales y otra que eliminó las restricciones a la exploración y producción energética en alta mar.
- Crear una nueva agencia de investigación centrada en acelerar las tecnologías climáticas.
- Coordinarse con los gobernadores estatales y alcaldes para apoyar el despliegue de más de 500 mil nuevos puntos de carga eléctrica públicos para el transporte de aquí a fines de 2030. También planea elevar las exigencias de emisiones para los automóviles que se fabriquen, en línea con las medidas que otros mercados, como el europeo, han puesto ya en marcha.
- Exigir a las empresas públicas que transparenten sus riesgos financieros relacionados con el clima y las emisiones de GEI en sus operaciones y cadenas de suministro.
- Reforzar las atribuciones y personal de la Agencia de Protección Ambiental y del Departamento de Justicia para perseguir los casos de contaminación con la mayor dureza permitida por la ley. Y, cuando sea necesario, impulsará leyes adicionales para responsabilizar personalmente a los ejecutivos corporativos.
- Dar prioridad a la justicia ambiental, haciéndose cargo de los efectos que la contaminación y el calentamiento global tienen en las comunidades de bajos ingresos.
- Resguardar los "tesoros naturales" de Estados Unidos mediante la protección permanente del Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico y otras áreas afectadas por “el ataque del presidente Trump a las tierras y aguas federales”. Además, vetará nuevos contratos de explotación de petróleo y gas en tierras y aguas públicas.
Artículo publicado en InduAmbiente N° 167 (noviembre-diciembre 2020), págs. 82-84.