Vilipendiando, temido, alabado, denostado... Todo tipo de trato ha recibido el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) desde su entrada en vigencia en Chile: el 3 de abril de 1997.
En los casi 25 años que suma de historia uno de sus componentes clave ha sido la línea de base (LB), que consiste en la "descripción detallada del área de influencia de un proyecto o actividad, en forma previa a su ejecución". Así lo explican en el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA), que administra un sistema de información de líneas de bases de los proyectos sometidos al SEIA, georreferenciado y de acceso público.
La LB constituye, además, uno de los contenidos mínimos exigidos por la Ley N° 19.300, sobre Bases Generales del Medio Ambiente, para la elaboración de Estudios de Impacto Ambiental (EIA). Esto permite evaluar los efectos que pudiesen generarse o presentarse sobre los elementos del entorno natural y humano, que son los siguientes: el medio físico; los ecosistemas terrestres, acuáticos continentales y marinos; los elementos naturales y artificiales que componen el patrimonio histórico, arqueológico, paleontológico y religioso, en general; el paisaje; las áreas protegidas y sitios prioritarios para la conservación; los atractivos naturales o culturales y sus interrelaciones; el uso del territorio y su relación con la planificación territorial; el medio humano; y los proyectos o actividades que cuenten con Resolución de Calificación Ambiental (RCA) vigente aun cuando no se encuentren operando.
Evolución Positiva
Sobre la evolución que han tenido los informes de línea de base de los proyectos, en el Departamento de Estudios del SEA recuerdan que antes de la creación del SEIA cada consultor presentaba los contenidos de las LB "considerando criterios de directrices y normativa de otros países en función de las condiciones argumentadas por cada especialista".
Con posterioridad a 1997, con la entrada en vigencia del primer reglamento del SEIA, se definió dentro del artículo 12 un listado de componentes ambientales que debían considerarse en cada EIA. Así se estandarizaron sus contenidos, incluyendo las LB, que se podían ajustar a cada proyecto de acuerdo a su tipología de ingreso o área de afectación.
En 2001, cuando entró en vigencia el segundo reglamento del SEIA, se incorporaron nuevos componentes, aunque su descripción quedó limitada a un área de influencia general del proyecto determinada en función de su emplazamiento y de la extensión de sus impactos relevantes.
Y en 2013, con la puesta en marcha del tercer reglamento, actualmente vigente, se incorporó el término "atributo" para describir aún con mayor detalle técnico cada componente ambiental. Y "se exige el criterio de definir y describir áreas de influencia por cada componente del medio ambiente con potencial de afectación, tomando en consideración aquellos impactos ambientales potencialmente significativos y no sólo el emplazamiento de las partes, obras y acciones del proyecto o actividad", destacan en el SEA.
Además, se incorporó dentro de los contenidos mínimos de las LB (artículo 18) el literal e.11 que establece la exigencia de levantar un listado con proyectos o actividades que cuenten con RCA vigente dentro del área de influencia del proyecto en evaluación. Lo anterior, para evaluar eventuales impactos sinérgicos.
El posible patrimonio arqueológico presente en un sitio forma parte del estudio de línea de base de un proyecto.
El Servicio también releva que, a partir de 2012, ha publicado diferentes guías de evaluación –como las que hacen referencia a la descripción de las áreas de influencia– que permiten unificar criterios y exigencias técnicas o antecedentes mínimos que se deben presentar para la correcta evaluación ambiental.
En paralelo, se han ido optimizando las diferentes técnicas, modelos o metodologías que se emplean para la justificación, evaluación y predicción de impactos.
Más y Mejor Información
En Gestión Ambiental Consultores (GAC), una de las empresas más reconocidas del rubro, coinciden en la positiva evolución de los estudios de LB que incorporan los proyectos que se tramitan vía EIA.
Felipe Bravo, Subgerente de Especialidades Ambientales de la empresa, subraya que sus contenidos "han ido perfeccionándose. La profundidad y suficiencia de la información de las LB actuales son mucho más extensas y específicas que las de los primeros años. En el último tiempo, con el nuevo reglamento, la autoridad ambiental demanda la entrega de mayor y mejor información, incorporando nuevos componentes a la evaluación ambiental, como hongos, líquenes, insectos, briófitas, por nombrar algunos. Y también exige campañas más representativas de las variables que posee cada componente para verificar los impactos ambientales de los proyectos que se someten al SEIA".
Pone de relieve, asimismo, el aporte de los Órganos de la Administración del Estado con Competencias Ambientales (Oaecas), "los cuales han publicado diversas guías de evaluación ambiental que han servido para uniformar criterios, pero también para marcar precedentes sobre los contenidos mínimos necesarios para la evaluación de cada componente".
El especialista valora la tecnificación que han demostrado los Oaecas durante los últimos años, "lo que se traduce en que los pronunciamientos son actualmente mucho más objetivos de lo que eran en el pasado, contribuyendo a mejorar la calidad final de los estudios ambientales", sostiene.
Tan importante como lo anterior ha sido, a su juicio, la evolución técnica de los estudios de línea de base, lo que "ha permitido establecer puntos de control más robustos para el seguimiento y verificación del cumplimiento de las obligaciones ambientales durante la ejecución de proyectos".
También destaca los cambios positivos introducidos en la temporalidad de las campañas bióticas para el desarrollo de las LB. "Anteriormente bastaba sólo una campaña para demostrar la suficiencia de la información, sin embargo, hoy se solicitan al menos 2 campañas de terreno para capturar la mayor diversidad biológica, sobre todo de aquellas especies migratorias que podrían encontrarse en una época en particular", comenta.
Algunas Falencias
Pese a los avances, ¿los estudios de LB presentan aún falencias? Según el SEA, si bien las mejoras reglamentarias que describen con mayor detalle y precisión cada componente del medio ambiente que puede verse afectado por un proyecto facilitan el análisis, "se requiere de mayor trabajo por parte de los titulares y consultores".
Además, manifiesta las limitantes que se generan tras el reemplazo de un reglamento por otro, concretamente por el paso de impactos acumulativos a sinérgicos, "siendo los primeros de mucho más alcance y más probables que los segundos".
Por su parte, Felipe Bravo expresa que, aunque el Estado ha uniformado los criterios sobre los contenidos y alcances mínimos necesarios de los estudios de LB, "persiste una asimetría en la profundidad con la que se aborda el análisis de un componente dado, por ejemplo, entre proyectos similares con ubicaciones igualmente similares".
Nuevos Desafíos
Aunque parezca un contrasentido, los avances siempre traen aparejados nuevos desafíos. Lo saben muy bien en el SEA, especialmente respecto a la adaptación de los diseños de proyectos al cambio climático, las implicancias de los impactos sinérgicos en los proyectos que se ubican en un territorio, y la evolución en los análisis necesarios para abordar los potenciales impactos en los ecosistemas.
"Por eso el Servicio está en constante trabajo para unificar criterios en el proceso de evaluación de proyectos que permita su ejecución con el cumplimiento de las normas ambientales vigentes, y con medidas apropiadas a los impactos ambientales cuando así corresponda", sentencia la Dirección de Estudios del organismo.
"En las LB suelen aparecer registros de especies de flora y fauna en zonas que previamente no se habían reportado, así como nuevas especies", asegura Felipe Bravo de GAC.
Por su parte, Felipe Bravo también vislumbra grandes desafíos en el área, "ya que el empoderamiento de las comunidades y el reconocimiento del espacio natural como parte del patrimonio cultural, hacen que la puesta en marcha de nuevas iniciativas cumpla con estándares mucho más altos. Esto implica para titulares y consultores seguir trabajando en la mejora continua del proceso".
En ese sentido, asegura que "la materialización de las medidas ambientales debe ser parte del proyecto de inversión durante toda su vida útil. Al respecto, hemos visto cómo ha tomado más relevancia la incertidumbre que genera el cambio climático para el éxito de las medidas vinculadas al medio biótico. Por ejemplo, las reforestaciones o las habilitaciones de hábitats para fauna deberán considerar estas nuevas condiciones".
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RECUADRO:
Aporte de las Consultoras
Para Felipe Bravo, las consultoras ambientales han contribuido fuertemente a enriquecer las líneas de base "con el levantamiento de información de terreno en zonas remotas y muy extensas. A menudo es posible encontrar interesantes registros patrimoniales (arqueológicos y paleontológicos) y naturales que no habían sido reportados previamente por la academia. En las LB suelen aparecer registros de especies de flora y fauna en zonas que previamente no se habían reportado, así como nuevas especies", resalta.
Añade que el aporte de GAC, en particular, ha estado marcado "por el desarrollo de metodologías cuantitativas que entregan certeza a la evaluación ambiental, justificando con datos el criterio experto de nuestros profesionales. Además, los proyectos que hemos desarrollado junto a nuestros clientes han permitido registrar diversas especies, como la avifauna que nidifica en el desierto".
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DATO:
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Guías ha publicado el SEA para aclarar los criterios de evaluación ambiental de los proyectos. Cinco de ellas apuntan a la descripción de sus áreas de influencia.
Artículo publicado en InduAmbiente 174 (enero-febrero 2022), páginas 62 a 64.