“De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana cerrada” expresa una frase del Poema 14, del célebre “Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada” de Pablo Neruda.
El Nobel chileno concibió este texto en 1924, cuando recién se empezaba a vislumbrar en el mundo la posibilidad de generar energía eléctrica aprovechando la fuerza del viento. De hecho, tuvieron que surcar la atmósfera terrestre millones de corrientes de aire antes que se pusieran en marcha las primeras “granjas eólicas” con el empleo de este recurso. Ocurrió en California (USA), a comienzos de la década de 1980, ocupándose aerogeneradores de 20 a 55 kW.
Más de 30 años después la potencia eólica instalada exhibe un desarrollo gigantesco a nivel global. Tome nota: al 30 de junio de 2014, este indicador llegaba a 336.327 MW, de los cuales 17.613 MW se añadieron en los primeros seis meses del año pasado.
Todos los aerogeneradores eólicos instalados en el mundo a mediados de 2014 produjeron alrededor de 4% de la demanda mundial de electricidad. Los cinco países que ofrecen la mayor oferta eólica –China, Estados Unidos, Alemania, España e India– representan conjuntamente una cuota del 72% de la capacidad mundial de generación de este tipo de energía.
Modelo Sin Aspas
Dado el interés creciente de muchos países por incorporar cada vez más energía eólica a su matriz energética, los fabricantes de molinos o aerogeneradores están dedicando mucho tiempo y dinero para optimizar los diseños y mejorar su eficiencia y rendimiento.
En ese contexto, el proyecto Vortex asoma como la más osada apuesta por revolucionar este mercado. En pocas palabras, su objetivo es posicionar aerogeneradores sin aspas, que puedan producir la misma energía que los tradicionales modelos de tres palas, pero con un claro ahorro en costos de producción, operación, mantenimiento, transporte, medioambientales y paisajísticos.
Nos referimos a una tecnología totalmente diferente a la actual tanto en su diseño como en la manera de generar energía. Fue patentada en 2006 por tres especialistas de la empresa española Deutecno, quienes construyeron un túnel de viento para probar prototipos de hasta 3 metros. En 2014, el modelo dio un gran paso al ser seleccionado por la multinacional Repsol en su proceso de incubación de empresas. Así, sus responsables tendrán la oportunidad de convertir un proyecto de laboratorio en un producto de mercado.
El dispositivo consiste en un cilindro vertical semirrígido, anclado en el terreno, y que incluye materiales piezoeléctricos. La energía eléctrica se genera por la deformación que sufren esos materiales al entrar en resonancia con el viento.
Entre los grandes beneficios de estos nuevos aerogeneradores están:
- No generan ruido.
- No producen interferencias con los radares.
- Menor costo de materiales y montaje.
- Costos de mantenimiento más reducidos.
- Reducen el impacto medioambiental.
- Más eficientes.
- Producen energía limpia más barata.
- Operan ante un mayor rango de velocidades de viento.
Se espera que en 2016 esté disponible la primera unidad de este molino sin aspas, gracias al apoyo inicial de Repsol y de doce inversores privados. El precio de mercado sería de unos 5.500 euros.
Lea este artículo completo en Revista InduAmbiente N° 132, pág. 98-99.