Desde hace ya varios años que el gobierno central viene apostando por ser líder mundial en la producción del mal llamado "hidrógeno verde" o "H2V", lo cual no es otra cosa que la producción a gran escala de hidrógeno utilizando fuentes de energías renovables, ya sean eólicas o solares. Esta es una decisión que ha tomado el Ejecutivo, y sus antecesores, sin cuestionarse realmente el impacto en los ecosistemas que este tipo de tecnología puede provocar y mucho menos plantearse si este este es el tipo de desarrollo que queremos para nuestro país.
En noviembre de 2020, el entonces presidente Sebastián Piñera dio a conocer la Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde, señalando que "el hidrógeno nos permitirá exportar nuestras energías renovables a un mundo que avanza rápidamente hacia la descarbonización y que necesita de energías limpias y asequibles". Con la llegada de la administración Boric, la mirada sobre esta industria y la posibilidad de que Chile se transforme en un productor de hidrógeno industrial a escala mundial no ha cambiado ningún ápice.
Es así como en julio de 2022 se constituyó el Primer Consejo Interministerial para marcar el inicio del Comité de Desarrollo de la Industria de Hidrógeno Verde, una iniciativa que en teoría debiera responder al compromiso del gobierno de impulsar la descarbonización para enfrentar el cambio climático y promover un nuevo modelo de desarrollo sustentable para Chile. De ahí en adelante hemos sido bombardeados por la prensa sobre la importancia para Chile de transformarse en productor mundial de hidrógeno y la suscripción de acuerdos con el Banco Mundial, Alemania, Japón y la Unión Europea, entre otros.
Lo evidente de toda esta arremetida comunicacional, acuerdos internacionales, la conformación de comités y visitas extranjeras, es que el actual gobierno está comprometido con una producción industrial para la exportación, manteniendo con ello la mirada más clásica que nos sitúa como un país primario exportador.
Sin embargo, cabe preguntarse si este tipo de desarrollo industrial ayudará efectivamente a la descarbonización del país y del planeta, cuando hoy más que nunca sabemos que estamos afrontando una triple crisis: climática, de pérdida de biodiversidad y contaminación. Si bien la generación de H2V puede ayudar a reducir emisiones GEI, claramente no es una solución a los problemas mundiales, parece más bien una forma de seguir postergando una realidad incómoda para muchos, la cual, sin lugar a dudas, tiene que ver con disminuir nuestros patrones de producción y consumo a escala global. Sin embargo, lejos de ver cambios en las políticas climáticas mundiales y nacionales, el país y el mundo hoy están empeñados en buscar soluciones industriales o tecnológicas que no cuestionen nuestra actual forma de vida, cayendo con ello en lo que se conoce como "la huida hacia adelante". Es decir, estamos postergando y agudizando las crisis por nuestra incapacidad de tomar medidas para afrontar los problemas.
Columna publicada en InduAmbiente n° 183 (julio-agosto 2023), página 80.