En el Banco Central se está desarrollando una herramienta que apunta a la incorporación del factor cambio climático en el desarrollo de estadísticas de la entidad.
¿Por qué este hecho, que pareciera no ser importante, sí lo es?
El avance del conocimiento sobre el cambio climático, ratificado por el reciente informe del IPCC, nos lleva a la conclusión indudable de que este fenómeno afectará a nuestra economía, generando, entre otros, impactos físicos, regulatorios y de transición en un proceso de descarbonización necesario para el cumplimiento de la meta que la ciencia nos indica: evitar que la temperatura llegue a elevarse en 2 °C al año 2100, tomando como base el promedio de la Tierra al inicio de la Revolución Industrial.
Lo anterior cambia varios paradigmas sobre los cuales se ha construido nuestra economía. Cambios que los bancos centrales no pueden ignorar. Un elemento básico del mandato entregado a estas instituciones, que es lograr la estabilidad financiera, está siendo amenazado por el cambio climático de una forma estructural y permanente, por lo que debe ser atendido para identificar, evaluar y mitigar los riesgos macroeconómicos.
Las economías de los países en desarrollo y de mercados emergentes son las que se encuentran más vulnerables a los riesgos relacionados al cambio climático. El problema está en que los mercados todavía carecen de estimaciones creíbles y certeras de cómo este fenómeno puede afectar, por ejemplo, la capacidad crediticia, lo que debe corregirse por parte de nuestras autoridades con la mayor celeridad.
Parte del problema está en que el cambio climático es un fenómeno relativamente nuevo y en constante evolución. Pero lo más importante es que cambia el paradigma de cómo construimos nuestros pronósticos acerca de ciertas variables para modelar el futuro, lo que es muy importante para el desarrollo de políticas públicas. Hasta hoy, para predecir el futuro, se extrapolan fenómenos del pasado, y lo que el cambio climático nos presenta es que esto ya no debe ser así, con la complejidad agregada que no sabemos cómo se comportará el futuro, lo que dificulta el pronóstico.
El Banco Central hace bien en ir desarrollando estadísticas, ya que por una parte éstas nos permiten mirar lo que está pasando y, por otra, nos facilitan la comprensión sobre un futuro incierto.
Si hace bien su trabajo, por cierto, contribuirá a una economía más estable y predecible, tan necesaria para nuestro crecimiento sustentable.
Columna publicada en InduAmbiente N° 172 (septiembre-octubre 2021), pág 39.