Todos los días escuchamos que estamos viviendo la sequía más grande de nuestra historia. Sí, es cierto: aún recuerdo que cuando pequeña para mi cumpleaños llovía, ya que eso era parte del clima para la época, mientras que hoy en esa misma fecha muchas veces está soleado. ¿Qué pasó? Gran parte de la respuesta está en el cambio climático. En general, nuestra atmósfera está compuesta por diferentes gases que tienen la función de mantener una temperatura estándar, óptima para la vida. Cuando aumenta la emisión de algunos de estos gases, se rompe el equilibrio y se desordena todo. Chile está entre los 18 países más afectados por la escasez hídrica, que complica a las actividades agrícolas, genera cambios en la biodiversidad y muerte de animales, entre otros efectos. Los factores que han influido en el calentamiento global son las actividades humanas, la deforestación y el crecimiento acelerado de la población. Por eso, es un tema que nos involucra a todos, desde el niño que se está formando hasta los gobiernos.
Existen diversas acciones que pueden ayudar a enfrentar esta realidad, partiendo porque todos y cada uno de nosotros hagamos un uso más eficiente del agua.
Otra opción relevante es reutilizar las aguas tratadas, algo utópico hace 20 años atrás, pero hoy es una alternativa totalmente viable. Por ejemplo, una industria hoy genera residuos industriales líquidos cuya descarga a alcantarillado o cursos de agua superficial está normada. Si seguimos haciendo un tratamiento de limpieza mayor a esta corriente normada, podemos obtener agua que se puede usar perfectamente para regar. En algunos países donde la sequía golpeó antes, el agua residual proveniente de plantas de aguas servidas incluso se trata para posteriormente potabilizarla.
La desalación de agua de mar es otra alternativa. Para eso se requiere una serie de pretratamientos, para luego pasar por un proceso de osmosis inversa, lo que permite “sacar la sal” y obtener un recurso hídrico apto ya sea para procesos industriales como para agua potable. También se puede realizar un proceso similar con las aguas residuales, donde el afluente sucio previamente se depura a través de etapas físicas, químicas y biológicas, para dar cumplimiento a la normativa. Podemos seguir limpiando esta corriente de agua hasta dejarla con parámetros para regadío y por qué no para consumo humano. ¿Estamos preparados para ello? Probablemente hoy no, pero si este fenómeno climático sigue, será la opción.
Columna publicada en InduAmbiente N° 173 (noviembre-diciembre 2021), pág. 33.