Ha finalizado un año inédito en la historia moderna, donde gran parte de la humanidad ha debido adoptar medidas de autocuidado, distanciamiento social y restricciones de movilidad, afectando múltiples aspectos de la vida social. En particular, la educación en sus diferentes niveles es una de las áreas que ha sufrido la interrupción generalizada de las actividades presenciales para reducir los riesgos de contagio por Covid-19.
De acuerdo con datos de la ONU, a los pocos meses de declararse la pandemia más de 1.200 millones de estudiantes habían sufrido la suspensión de clases presenciales en el mundo. En Chile, la casi totalidad de los jardines infantiles, colegios, institutos profesionales y universidades cerraron total o parcialmente sus instalaciones. Referente a los aspectos socio-económicos de esta situación, sólo cabe destacar que lamentablemente quedaron reflejadas las severas inequidades existentes en nuestro país, a nivel de segmentos sociales y territoriales.
En la mayoría de los casos, la adaptación al nuevo escenario educacional ha sido traumática para los actores claves debido a la carencia de capacidades digitales y limitaciones de la infraestructura de Internet en el país.
Es probable que el próximo año académico continúe con restricciones sanitarias. Al respecto, el Ministerio de Educación y las instituciones del sector han estado preparando planes para enfrentar de manera proactiva las diferentes circunstancias que puedan ocurrir.
Afortunadamente, ya se cuenta con una importante experiencia acumulada, tanto por los cuerpos académicos como por los estudiantes, lo que constituye una base sobre la cual diseñar e implementar estrategias educativas. Sin embargo, su éxito depende también de la capacidad del sistema de Internet con que se cuenta.
Cabe recordar que, en 2016, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU aprobó una resolución para la “promoción, protección y el disfrute de los derechos humanos en Internet”, la cual establece que su acceso es un derecho básico de todos los seres humanos.
Sin duda, el esfuerzo encomiable que han efectuado los profesionales de la educación en todos sus niveles ha permitido enfrentar la adversidad superando barreras que inicialmente parecían infranqueables. En consecuencia, parece justo entregar un reconocimiento a quienes conforman otra “primera línea” de combate al Covid-19.
Columna publicada en InduAmbiente N° 167 (noviembre-diciembre 2020), pág. 45.