En el año 2012, la ONU instauró el Día Internacional de los Bosques con el propósito de concientizar a la población sobre la importancia y beneficios ecológicos, económicos y sociales de las áreas forestales del planeta. Lo anterior cobra relevancia especialmente hoy, ya que es cuando más de la mitad de la población mundial vive en ciudades y está cada vez más desvinculada de la naturaleza.
Los bosques representan un tercio de la superficie terrestre del mundo y albergan más de la mitad de las especies animales y vegetales del planeta. Más de 1.000 millones de personas -incluidos más de dos mil pueblos indígenas- dependen de ellos para sobrevivir, ya que éstas les proporcionan alimentos, medicinas, combustible y abrigo.
Adicionalmente, las florestas nos limpian las aguas, nos dan sombra y filtran nuestro aire al actuar como sumideros de carbono, protegiéndonos del cambio climático. Y aunque la superficie total de bosques a nivel global esta? disminuyendo debido a la desforestación -responsable de la pérdida de 13 millones de hectáreas al año y de la generación de un 12-20% de las emisiones de GEI-, milagrosamente otras áreas boscosas se están recuperando. Con ello, se logra preservar la biodiversidad de plantas, animales, hongos, líquenes y microrganismos únicos para el planeta.
Durante décadas, los bosques se han visto impactados por el cambio en la composición del suelo, las estaciones, el agua, además de algunas enfermedades, plagas y fundamentalmente por la acción humana, poniendo en peligro el hábitat para las especies y comunidades que en ellos viven.
Por ello, se eligió el 21 de marzo -fecha que coincide con la entrada de la primavera en el hemisferio norte y con la del otoño en el sur- para decirle a las naciones que adopten iniciativas en el plano local, nacional e internacional destinadas al resguardo de los bosques, los árboles y la naturaleza en general.
Sin embargo, el desafío no lo tienen únicamente los Estados. También, cada persona debería preocuparse de la conservación de los bosques y de las más de 60 mil especies de árboles que existen en el mundo, porque no solo conservan la biodiversidad de los ecosistemas, sino que además son los que garantizan nuestra subsistencia.
Por otra parte, no solo los podemos ver a los árboles como algo funcional u ornamental. Asimismo, son los calmantes a nuestra agitada vida.
De hecho, en el último tiempo se les reconoce como sanadores del estrés, por lo que se han fomentado los “baños de bosques”. Es decir, paseos al interior de éstos, que permiten a nuestro cuerpo y espíritu absorber los aceites de paz y confort que emanan los árboles. Esta experiencia sensorial promueve la salud y tiene como objetivo mejorar el bienestar y fomentar el reposo de las personas.
Algunos estudios, incluso, señalan que las ciudades con mayores áreas verdes y cobertura forestal tienen niveles reducidos de obesidad y delincuencia. Uno de estos reportes es el que publicó BMC Public Health en 2016, donde los investigadores Dalton, Jones y Sharp indican que el estar en contacto con la naturaleza ejerce un efecto protector ante las patologías de la obesidad y la diabetes.
Por todo ello, si queremos contribuir a vivir en un planeta más sano y ambientalmente sustentable tenemos que poner en práctica algunos consejos, como reciclar, evitar encender hogueras y fogatas en los bosques o parques naturales; sembrar árboles y plantas en nuestras comunidades y, fundamentalmente, tomar conciencia de que, aunque silenciosos, los árboles son nuestros compañeros de vida y por eso debemos protegerlos.