Chile es uno de los mayores productores de cobre del mundo. Esto equivale al 11% de PIB promedio, pero hay otras cifras preocupantes.
La minería consume el 30% de energía a nivel nacional y, según el estudio de emisiones realizado por 4e GIZ en 2021, emite 2,86 millones de TON CO2 eq, 59% del concentrado de cobre y el 9% de cátodos de cobre.
¿Puede la minería chilena ser eficiente y sustentable?
Para responder a ello cobra total relevancia analizar el sector en términos de eficiencia energética (EE) en sus procesos, pero también si hay voluntad real para hacerlo.
Según el mismo estudio, para alcanzar la descarbonización del sector se deben implementar políticas de mitigación asociadas a 7 medidas; las más importantes: eficiencia energética, electromovilidad e hidrógeno.
Un análisis de Cochilco (2019) que consideró 59 operaciones de la gran y mediana minería, incluidos fundiciones y refinerías, indica que se consumió 48,65 TWh (51,3% eléctrico y combustible 48,7%), e identifica 3 procesos energo intensivos: mina rajo (20,2 TWh), con el 42% del total; concentración, 28%; y la extracción de solvente y electro-obtención, 13%.
Algunas soluciones para reducir esos consumos son: evitar pérdidas de energía en corto circuito, de calor electrolito, de corriente por fuga a tierra (con mejor aislación y mantenimiento); cambiar fuentes de energía para calentar electrolito por termosolar, bombas de calor, aislación de celdas, tanques, tuberías; y usar correas transportadoras regenerativas.
Mejorar los resultados exige conocimiento de la EE en los equipos de trabajo. El estudio del Centro de Energía de la U. de Chile (2019) lo consigna como una de las grandes brechas (sólo el 6% de la minería había realizado auditoría y diagnóstico energético, y la implementación de EE llegaba sólo al 29%).
Se requiere profesionales alineados con la mejora eficiente, imparciales, con la capacidad de ver el panorama completo, y que tengan claro que cada proyecto es un traje a medida. Más allá de ofrecer equipos, es básico un trabajo integral con auditorías energéticas, creación específica de indicadores, línea base y planes de mejora continua, además de medir.
La EE aporta a la carbono-neutralidad casi el 40% del total. Si traducimos el ahorro logrado en energía y luego en dinero, con sólo el 5,5% de EE anual a nivel país, podríamos construir 3 hospitales de alta complejidad, reduciendo las listas de espera con 2.684 camas; o bien, 28.773 viviendas, correspondiente al 52% de lo que se entrega hoy. Bajo esta lógica, generando alianzas adecuadas, es posible que cada uno vea el valor del mejor uso de los recursos y lograr compromisos tan relevantes para los chilenos como lo es un medio ambiente más sustentable.
Columna publicada en InduAmbiente N° 176 (mayo-junio 2022), pág. 21.