Si bien en la actualidad en Chile existe paridad de género en el ingreso a la Educación Superior, sólo el 22% del total de matriculados en carreras relacionadas con ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) corresponden a mujeres. Más aún, sólo un 7% de los titulados en dichas áreas son mujeres, siendo el país más bajo de la OCDE.
Es importante reconocer que, en gran parte de la historia de la Humanidad, el mundo de las ciencias y la tecnología le fue negado a la mujer. A pesar de esto, se encuentran ejemplos notables de mujeres que dejaron huellas en astronomía, matemáticas, filosofía y química, entre los que destacan Aganice, Tapputi-Belatekallim, Fang, María la Hebrea, Hipatia, Mariam al-Asturl?biyya y Keng Hsien-Seng. A partir del siglo XVI, en pleno período del Renacimiento, comienza una creciente incorporación de mujeres activas en ciencia y tecnología, principalmente en Europa y EE.UU. Se debe recordar que hasta mediados del siglo XIX las mujeres no podían acceder a la educación universitaria, siendo las francesas las primeras en lograrlo en 1864. Desde comienzos del siglo XX, se produce una explosiva participación de la mujer en la industria, educación, servicios públicos, comercio, defensa, investigación, etc., haciendo aportes importantísimos en todas las áreas del saber. A pesar de estos avances, la brecha de género existente aún es dramática, como lo demuestra el hecho de que sólo 6% de las 975 nominaciones a Premio Nobel entre 1901 y 2021 han sido para mujeres, de las cuales menos de la mitad son del área de ciencias.
En Chile, la incorporación de la mujer a la Educación Superior se logra con el Decreto 152 de 1877, conocido como el Decreto Amunátegui. Así, Eloisa Díaz y Ernestina Pérez fueron las primeras tituladas de medicina (1887), Griselda Hinojosa de químico-farmacéutica (1899) y Justicia Espada Acuña Mena de ingeniera civil (1919), todas de la Universidad de Chile. En 1940, aparecen Raquel Sepúlveda Ramos e Irma Esckuche Decker como las primeras ingenieras químicas de Chile y América Latina, tituladas en la Universidad de Concepción.
En nuestro país el interés de las mujeres por estudiar carreras STEM se manifiesta a partir de la década del 70, pero aún se está lejos de alcanzar una real paridad de género.
Por lo tanto, es importante focalizar esfuerzos para avanzar hacia una mayor incorporación de la mujer a este campo, ya que no sólo es un deber ético, sino que también es una necesidad primordial para que los talentos femeninos puedan contribuir en la búsqueda de soluciones científicas y tecnológicas a los problemas que enfrenta actualmente la Humanidad.
Columna de opinión publicada en InduAmbiente n° 177 (julio-agosto 2022), página 83.