Tenemos más de 4 mil kilómetros de costa y nuestro consumo de pescados y mariscos es paupérrimo comparado con países a los que exportamos estos mismos productos del mar. Un ejemplo claro es Japón, cuyos habitantes los comen cerca de ocho veces más que nosotros.
¿Qué nos estamos perdiendo? Muchos estudios nacionales e internacionales demuestran que la ingesta de especies ricas en ácidos grasos omega 3 –como el jurel y el salmón– tienen efectos positivos en la gestación, la lactancia, el desarrollo cognitivo, la disminución del colesterol y las enfermedades cardiovasculares.
Pero no todo está perdido: el programa “Del Mar a Mi Mesa” de la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (Subpesca) busca incrementar el consumo de productos marinos en Chile en al menos siete kilos per cápita al 2027.
Impactos y Acciones
Por un lado, Chile es potencia mundial en la producción y exportación de harina de pescado y salmones de cultivo. Por otro, un grupo importante de empresas de estos sectores no ha resuelto satisfactoriamente el conjunto de externalidades ambientales negativas que genera su funcionamiento.
Uno de los principales impactos se relaciona con los malos olores que generan, principalmente, los procesos de producción de harina de pescado. Al respecto, la Asociación de Industriales Pesqueros, Asipes, sostiene que “mientras mayor sea la frescura de la materia prima, menor es la degradación proteica de ésta, lo que reduce fuertemente las emisiones de aminas y ácido sulfhídrico asociada a la descomposición, compuestos responsables de los gases odoríficos molestos que generan estos procesos”.
Luego detalla las medidas específicas adoptadas por sus empresas asociadas:
- Recalcular la capacidad de los lavadores de vahos existentes y adaptarlos a los actuales requerimientos.
- Incorporación de buenas prácticas, entre ellas capacitación del personal y limpieza periódica de pozos.
- Mejoramiento en la hermeticidad de equipos y ductos de vahos.
- Límites máximos de acumulación en pozos.
Sobre la generación de contaminantes atmosféricos, la entidad gremial precisa que “la industria pesquera emite bajos niveles de material particulado, los cuales han sido minimizados por el mejoramiento en las eficiencias de combustión de calderas, incorporación de filtros, renovación de ciclones sellados con cámaras de lavado y uso de mangas electroestáticas”.
En materia de riles, Asipes reconoce que en procesos como las descargas de materia prima, producción de harina, congelados y conservas de pescado, se utilizan importantes volúmenes de agua que se traducen luego en residuos industriales líquidos. Para minimizar estos riles, la industria ha aplicado diversas medidas para hacer un uso eficiente del agua, como la incorporación de válvulas de corte, optimización de los ciclos de lavado y disminución del contenido de sólidos y grasas con la incorporación de rejillas.
Se ha documentado que los mayores problemas en esta área se generan en la pesca artesanal, sobre todo por el inadecuado traspaso de la pesca desde las embarcaciones hasta la industria en tierra, lo que genera la contaminación del mar por materia orgánica (partículas de grasas, carne y sangre). También suele producirse contaminación de las aguas por descarga de hidrocarburos, aceites y aguas de sentina.
Y en relación a la gestión de residuos, destaca el reciclaje masivo de redes en desuso para su transformación en productos tan variados como patinetas y anteojos de sol.
Lea este artículo completo en InduAmbiente N° 150 (enero-febrero 2018), págs. 42-44.