Bien se podría decir que la certificación LEED es la ecoetiqueta que la gran mayoría de los actores del sector de la construcción en Chile busca tener. Es que aunque se trata de una certificación voluntaria, la lista de espera por obtenerla suma y sigue: a pocos años de arribar a tierras locales, nuestro país ya ocupa el tercer lugar en su uso a nivel latinoamericano. Una buena noticia, en verdad, toda vez que este sello verde incorpora el concepto de sustentabilidad al mercado inmobiliario.
Pero ¿qué beneficios tiene esta certificación que todos aspiran a lucirla?, ¿cuál es su grado de desarrollo y aplicación en Chile? A continuación, se entregan las respuestas.
Concepto
La certificación LEED partió en Estados Unidos en 1998, impulsada por la U.S. Green Building Council(USGBC), con el objetivo transformar el desarrollo de la industria de la edificación, incorporando en toda la cadena de producción la idea de sustentabilidad. De esta forma, el papel de la “Certificación de Liderazgo en Energía y Diseño Ambiental”, como se traduce al español, apunta al desarrollo de edificios ecológicos, buscando el mínimo de impacto ambiental en su etapa de diseño, construcción y operación.
“Por ejemplo, al fabricar un kilo de hormigón se genera una serie de residuos, ya sea en términos de extracción como de manufactura, lo que además de producir pérdidas, significa un impacto en el entorno. En este sentido, el rol de la Certificación es evaluar los proyectos desde la etapa más anticipada, y a través de ello verificar si respetan los aspectos más básicos de una edificación amigable con el medio ambiente”, explica Álvaro Urrutia, arquitecto y especialista del área de Edificación Sustentable de Poch, consultora pionera en Certificación Leed en Chile.
Así, agrega que “un edificio tiene impacto ambiental a través del uso de sus materiales, del consumo de energía, de agua y también por medio de los mismos desplazamientos de las personas. En este sentido, esta certificación mide aspectos que están relacionados no solo con la industria de la edificación, sino además con el vivir dentro de los edificios, calculando la eficiencia energética e hídrica, el manejo de residuos y la calidad ambiental, en el ciclo de vida de un edificio”.
Camino a la Certificación
La certificación se hace presente en todo el ciclo de vida de un proyecto, es decir, desde la etapa más conceptual hasta la misma operación. Con ello, impulsa una mirada íntegra hacia la sustentabilidad, puesto que reconoce capacidades al menos en cinco categorías, cuyas características son claves para el ambiente y la salud humana.
“Tiene que ver con la producción de material y también que el usuario final obtenga la educación necesaria para operar correctamente un edificio”, asegura Urrutia.
De esta forma, cada ítem evalúa pre-requisitos obligatorios, otorgando créditos o puntajes, que son los que finalmente determinan el nivel de certificación, clasificándose en:
• Certificado: 40 - 49 puntos
• Plata: 50 - 59 puntos
• Oro: 60 - 79 puntos
• Platino: 80 puntos o más
El Pulso en Chile
Según Heraldo Salinas, proyectista y especialista LEED de Poch, esta Certificación ha ido creciendo de forma sostenida, demostrando que la conciencia por la edificación “verde” ya es parte esencial de los nuevos proyectos inmobiliarios. “Esta situación ha gatillado que proyectos públicos y privados decidan incorporar el factor ambiental a través de este tipo de certificaciones”, dice.
El ranking de edificaciones LEED en Latinoamérica revela cifras satisfactorias. Hasta abril el país con más certificaciones es Brasil, con 618 edificios. Después es seguido por México, con 460, mientras que Chile ocupa el tercer lugar, con 295 edificios LEED.
Lea este artículo completo en Revista InduAmbiente N° 136, páginas 12 a 14.