Ver un edificio cubierto de plantas en su azotea o en alguno de sus muros es algo que se agradece en medio de las “selvas de cemento” en que se han convertido muchas de las grandes ciudades. Es que este toque verde tiene numerosos e importantes beneficios para las personas y el medio ambiente, como son la reducción de la contaminación atmosférica, la aislación térmica y acústica de las construcciones, la reducción de las “islas de calor” en las urbes y la generación de nuevas áreas verdes.
Así, no es extraño que las cubiertas vegetales estén ganando cada vez más espacio en distintas partes del mundo. De hecho, hay ciudades como Toronto, en Canadá, donde una ley exige desde el año 2010 habilitar estas soluciones constructivas en los nuevos edificios que superan los 2.000 m2.
¿Qué ocurre en nuestro país? La arquitecta Vicky Rojas, especialista en impermeabilizaciones y cubiertas vegetales, sostiene: “En estos últimos años ha existido un gran avance en las cubiertas vegetales en Chile. Cada vez se pueden ver más obras que consideran esta opción incorporándolas en los proyectos presentados por arquitectos y paisajistas, quienes también se han ido especializando, ya que este era un tema relativamente nuevo en nuestro país hasta hace algunos años. Este desarrollo está complementado también por el requerimiento de los mandantes, inmobiliarias, municipios y propietarios, quienes también están exigiendo incorporar áreas verdes en los proyectos”.
La Directora de la empresa VR+ARQ añade que el avance que se ha logrado en Chile en esta materia, “está avalado por los estudios que se han ido desarrollando y profundizando en temas como las escorrentías de agua, la temperatura, los tipos de tierras o sustratos a utilizar en los proyectos, etc.”. Además, destaca el aporte que hacen las empresas proveedoras, que cada día tienen más variedad y stock en los suministros requeridos para implementar este tipo de iniciativas, que van a la par con lo que se ofrece en los países más avanzados en la materia.
Concepto y Beneficios
En términos generales, una cubierta “verde” corresponde a un sistema constructivo que integra elementos vegetales sobre los techos o muros de una obra nueva o antigua, mediante el uso de capas tecnológicas. Sus componentes principales son: soporte estructural, membrana impermeable, membrana inhibidora de raíces, capa de drenaje, capa filtrante, sustrato y elementos vegetales.
Existen tres tipologías constructivas de cubiertas vegetales: extensivas, semi-extensivas e intensivas. Las diferencias obedecen a la capacidad y cantidad de plantas que soportan, espesores y tipos de sustratos, entre otros aspectos (ver tabla adjunta).
Estos revestimientos ecológicos generan beneficios sociales, económicos y medioambientales, entre los que destacan:
· Aislación térmica y ahorro energético: Estas estructuras reducen las ganancias o pérdidas de calor de una edificación, disminuyendo el gasto en climatización. “Las propiedades térmicas se mejoran por el efecto aislante de los materiales y componentes del sistema que incorporan aire ocluido, tales como la grava, sustratos porosos y sistema drenante. En segundo lugar, se produce un enfriamiento natural por el efecto de evapotranspiración de las plantas y por la evaporación de la humedad retenida por el sustrato”, explica un documento técnico de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, desarrollado por Constanza Pascual. Añade que el nivel de mejora en las propiedades térmicas de una obra depende del clima; la ubicación, orientación y tamaño del edificio; y las características de la cubierta, entre otros factores.
Lea este artículo completo en Revista InduAmbiente N° 136, pág. 20 a 23.