La inauguración del edificio Forté, en Melbourne, Australia, marcó un hito. Lo inédito del evento fue que aquella infraestructura de 10 pisos se construyó en madera laminada, lo que en 2013 la convirtió en la edificación más alta del mundo elaborada hasta entonces en ese material.
Dicho sea de paso, se trata del insumo de construcción más sustentable debido a su condición de renovable, sus múltiples beneficios ambientales y a que es el de más bajo impacto en el entorno natural. Además, su producción demanda menos energía que cualquiera de las alternativas conocidas y, gracias al efecto sumidero de carbono del bosque, presenta emisiones de dióxido de carbono (CO2) negativas.
Por otro lado, la edificación con estructura de madera consume menos energía y libera menos CO2 a la atmósfera. De igual modo, su empleo reduce el gasto energético por concepto de calefacción.
Al finalizar su vida útil puede reciclarse para la elaboración de productos en base a madera (tableros) o como sustituto de combustibles fósiles.
En la actualidad se han desarrollado tecnologías para optimizar los estándares de la madera en materia de sustentabilidad. Algunas de ellas, orientadas a extender su durabilidad y resistencia frente a factores naturales como la humedad y la radiación UV. Otras, pensadas para mejorar su rendimiento en términos de climatización o reducir ostensiblemente la generación de residuos. Esto último, mediante el uso de piezas prefabricadas a través de la tecnología CNC (Máquinas de Control Numérico o Control Numérico por Computadora, por su sigla en inglés), que permite controlar en todo momento la posición de un elemento físico, usualmente una herramienta que está montada en una máquina.
Sin Serrucho
Fernando García-Huidobro, arquitecto y socio fundador de PlayGood, destaca las ventajas de la metodología CNC en el uso eficiente de la madera. La compañía desarrolla soluciones que, mediante la incorporación de esta tecnología y softwares de modelación, provee de paquetes constructivos completos que abarcan la edificación de viviendas en su totalidad.
“Primero, una casa o un edificio se definen detalladamente en un modelo en 3D, que va conectado a una máquina a la que después se le alimenta de madera”, explica.
Y añade: “Las distintas partes que conforman la infraestructura luego se mandan a cortar en una máquina CNC, para luego generar un kit con todas las piezas numeradas, que posteriormente se despacha con un plano de montaje al lugar de la obra”.
Según el especialista, esta metodología tiene diversos beneficios que redundan en una mayor productividad. “Aquí no existen los serruchos ni se quema madera en obra”, sostiene el arquitecto.
Una de las ventajas es la no generación de residuos. Según precisa García-Huidobro, el software utilizado optimiza la manera de cortar, de manera de reducir al mínimo las pérdidas de los productos. “Despachamos componentes y piezas sueltas, según los distintos tamaños, lo que nos permite enviar justo lo preciso; entonces no se genera una ruma de palos como cuando construyes una casa con el sistema tradicional”, señala.
Otro punto a favor es la optimización del tiempo de montaje. “Una casa de 100 metros cuadrados la podemos levantar en tres semanas, versus los tres meses que toma hacerlo con el método convencional”, destaca el experto.
Adicionalmente, este sistema constructivo requiere de menor consumo de energía y una baja generación de CO2. “Todos los encuentros de las partes están previamente definidos y no suceden imprevistos; además, te permite independencia de la mano de obra capacitada, como es la carpintería en Chile, y hay más bien una dependencia de la fase de montaje, que tiene un costo más bajo porque todas las piezas vienen listas”, agrega.
Sumado a lo anterior, indica García-Huidobro, las edificaciones son más resistentes al fuego y tienen buena aislación acústica y térmica, gracias a que cuentan con fachada ventilada.
Revise este artículo completo en Revista InduAmbiente N° 136, pág. 32 a 34.