Solo en un día, Chile produce más de un millón de toneladas de relaves como consecuencia de la producción de cobre fino. Así lo indican cifras oficiales del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin).
A lo largo del tiempo, la forma y técnica de construcción de los depósitos ha ido cambiando e incrementándose el tamaño de sus instalaciones. De esta forma, los acopios de relave asociados a la gran y mediana minería hoy cubren extensas áreas y guardan centenas de millones de toneladas de desechos.
Con el aumento de la producción de cobre de la mano de nuevos proyectos, la acumulación de relaves también crecerá en el tiempo, lo que obliga a mejorar sus técnicas de manejo y disposición, y la normativa que lo regula. Esto cobra aún mayor relevancia al recordar la importancia económica del metal rojo para la economía del país y que, por lo tanto, si su producción necesariamente genera relaves, el manejo seguro de éstos constituye un desafío de marca mayor.
Actualmente, la adecuada gestión de los depósitos de relave es un tema “sensible” –a decir lo menos– para las comunidades aledañas, ONG’s ambientalistas y la mirada de la autoridad, debido a los impactos y riesgos potenciales que su presencia conlleva.
En el marco regulatorio vigente, la disposición más específica es el D.S. 248, publicado en 2007. El objetivo de este reglamento es fijar normas sobre “procedimientos para la aprobación de los proyectos de depósitos de relaves mineros” y “requisitos de diseño, construcción, operación y cierre de los depósitos de relaves mineros y la disposición de sus obras anexas que garanticen la seguridad de las personas y de los bienes”, cita el texto.
De un tiempo a esta parte diversos actores de la industria, tanto institucionales como del ámbito privado –compañías mineras y consultoras, entre otros– han planteado la necesidad de mejorar o actualizar la normativa sectorial.
Discusión Amplia
En opinión de Luis Valenzuela, Geotechnical Director de Arcadis, la regulación chilena concerniente a relaves proviene, en gran medida, del Gobierno y no como resultado de una discusión amplia con participación de todos los actores. Entre ellos, menciona a las firmas mineras, empresas diseñadoras de los relaves y las universidades.
Asimismo, Valenzuela plantea la importancia de complementar las regulaciones con la elaboración de guías de diseño y recomendaciones de operación. Al respecto, señala que Chile podría seguir el modelo de Canadá, donde estos documentos “son producto de una discusión amplia entre los actores involucrados en la industria minera”.
Por su parte, Raúl Espinace, Director Ejecutivo de Geotecnia Ambiental, concuerda con Luis Valenzuela, en que la normativa vigente –que considera rigurosa– no ha sido elaborada con la suficiente discusión y aporte de todos los sectores.
En tanto, Andy Fourie, de la Universidad de Western Australia, comenta que en la zona de Australia Occidental hay una permanente revisión de marco regulatorio. Ello, argumenta el ingeniero, porque las regulaciones pueden contribuir en gran manera a anticiparse y prevenir fallas en la operación de los depósitos de relave. “Esto nos mueve a desarrollar una ingeniería de alta calidad y a trabajar cuidadosamente en cada sitio específico”, puntualiza.
Otro aspecto que preocupa a los expertos tiene que ver con el destino de los relaves luego del cierre de faenas.
Revise este artículo completo en la edición 137 de Revista InduAmbiente, páginas 88 a 91.