El vertiginoso recambio de los aparatos tecnológicos y de los electrodomésticos de uso cotidiano, ya sea por la disponibilidad de modelos cada vez más avanzados o debido a la obsolescencia programada, ha llevado a un aumento significativo de la generación de residuos derivados de estos productos.
En efecto, si se pudiera acopiar todos los celulares, computadoras y artefactos viejos que los hogares desechan cada año, su peso sería equivalente a las nueve grandes pirámides de Giza, en Egipto.
En 2019, a nivel global se produjeron 53,6 millones de toneladas de residuos de aparatos electrónicos y eléctricos (RAEE). Según el informe “Global E-Waste Monitor 2020”, publicado por la ONU, apenas 9,3 millones de toneladas, es decir un 17,4% del total, se recicla. En paralelo, los RAEE están creciendo a un ritmo tres veces más rápido que el resto de los desechos sólidos urbanos.
En Chile, de acuerdo a cifras oficiales, la generación de RAEE en 2019 fue de 10,2 kilos anuales por habitante, alcanzando un total de 196.236 toneladas de residuos. El porcentaje de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos tratado fue de solo 3,3%. Lo anterior, considerando que “tratar” estos residuos implica, técnicamente, someterlos a operaciones de valorización y eliminación de residuos.
De esa fracción valorizada, el 94% corresponde al método de recolección de convenio con empresas denominado “business to business” (B2B), donde distribuidores y/o productores establecen contratos con gestores que se hacen cargo de los residuos asociados a su actividad.
Anteproyecto
Los RAEE se clasifican en seis grupos: aparatos de intercambio de temperatura; lámparas; monitores y dispositivos con pantallas de superficie mayor a 100 cm2; paneles fotovoltaicos grandes con una dimensión exterior superior a 50 cm; grandes aparatos, con una dimensión exterior superior a los 50 cm, y pequeños aparatos, sin ninguna dimensión superior a los 50 cm.
Considerando el incremento en la venta de este tipo de artículos y la consiguiente generación de artefactos en desuso, los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos fueron incluidos como uno de los seis productos prioritarios en la ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP).
Hasta la fecha, el MMA ha publicado los anteproyectos correspondientes a neumáticos y a envases y embalajes. Desde la cartera comentan que, si bien el proceso para la elaboración del decreto para los RAEE no se ha iniciado, “hemos desarrollado un intenso trabajo previo con distintas organizaciones para levantar información relevante destinada al proceso de desarrollo de la normativa”. Entre otros temas, “destacan informes apoyados por la ONU y ONUDI que han revelado datos claves sobre el funcionamiento de este mercado y posibles alternativas para instalar un sistema capaz de hacerse cargo y aprovechar los residuos electrónicos generados en Chile”.
En cuanto al funcionamiento del sistema y de las metas que se establezcan, en el Ministerio del Medio Ambiente afirman que “serán desarrollados en el proceso de trabajo que implica la elaboración del anteproyecto, que contará con el apoyo de un comité operativo ampliado transversal”.
Empresas Gestoras
En términos de la capacidad de gestión de los RAEE a nivel nacional, los datos del MMA indican que “existen 8 empresas dedicadas a este rubro, las que actualmente trabajan al 50% de su capacidad, por lo que existe espacio para crecer en la valorización existente en el país”.
Entre todas esas organizaciones suman una capacidad de tratamiento de 26.624 toneladas al año. Siete de ellas hacen pretratamiento basado en el desarme manual, con tres objetivos: futura exportación del residuo electrónico, valorización y/o la disposición de residuos peligrosos. Solo una de ellas abarca también la fundición de metales, produciendo lingotes de aluminio y cobre.
En las compañías gestoras, los productos y aparatos en desuso pueden seguir caminos diferentes, dependiendo de distintos factores, como por ejemplo su grado de peligrosidad.
Por eso, al arribar a las plantas de los gestores autorizados, algunos equipos van a desarme, mientras que otros -sin pasar por esta operación- son enviados a rellenos de seguridad. En el caso de los demás aparatos, se separan las partes y piezas reciclables, de aquellas que no lo son, para después someterlos a procedimientos de corte-destrucción, trituración, compactación, blanqueamiento y pelado y lavado de cables.
Segregación Necesaria
Un ejemplo de gestor autorizado de RAEE a nivel local es Pañiwe Sustentable, compañía que trata principalmente residuos de equipos computacionales, servidores y periféricos -tales como impresoras, mouses y teclados-, junto con aparatos de telecomunicaciones, entre otros artículos.
La firma recolecta los materiales por dos vías. Directamente, desde las empresas que los desechan, con las cuales se gestiona un retiro autorizado de la chatarra electrónica. Y el otro canal es una instancia de colaboración que mantiene con los recicladores de base.
“Ellos desarman los equipos y nosotros les compramos componentes y circuitos electrónicos. Los apoyamos, además, adquiriendo algunas fracciones que no pueden eliminarse en la basura domiciliaria, debido a su peligrosidad”, afirma César Castro, Director Ejecutivo de Pañiwe Sustentable.
El ingeniero ambiental añade que cuando los residuos ingresan a la planta, ubicada en Pudahuel, se separan en tres grandes grupos: los equipos computacionales en desuso, los periféricos (o accesorios), y los aparatos que contienen elementos peligrosos, como baterías de ácido plomo y monitores CRT. “Luego, se hace un manejo manual de los residuos, a través de un desarme o desmantelamiento y, posteriormente, pasan a un pretratamiento, donde una máquina trituradora los reduce a fragmentos de un tamaño de 5 milímetros”, explica Castro.
Tras eso, se efectúa una separación magnética utilizando una banda transportadora, operación en que se segregan los componentes y los circuitos, como también los metales ferrosos y no ferrosos. “El destino final de estos materiales es su reciclaje efectivo. Hay una fracción que llevamos directamente a fundiciones locales, donde se recuperan metales básicos, como aluminio y cobre. Mientras que otra parte la enviamos a plantas internacionales, en Japón, especializadas en la recuperación de metales preciosos, entre ellos, oro, plata, paladio y cobre”, comenta.
Toxicidad
César Castro enfatiza en la relevancia de gestionar adecuadamente los residuos que contengan elementos tóxicos o peligrosos. Al respecto, menciona que el tratamiento de los plásticos presentes en los aparatos eléctricos y electrónicos resulta complejo, pues su composición incluye retardantes de flama bromados (BFR, por su sigla en inglés). “Se trata de compuestos orgánicos persistentes (COPs) que, si se disponen de forma inadecuada, podrían contaminar el agua y los suelos. Asimismo, al reciclarlos por medio de calor o al hacer extrusión de ellos, también pueden contaminar al usuario”, señala el ingeniero.
De igual modo, advierte que en los monitores de pantalla plana LCD (anteriores a la tecnología LED), las ampolletas que le aportan luminosidad contienen mercurio. Subraya que, en consecuencia, su desame requiere de los resguardos necesarios para que se haga de forma segura.
En la misma familia de artefactos hay un “antepasado” que también resulta peligroso. Los antiguos monitores CRT -voluminosos, pesados y generalmente de color blanco- contienen un tubo de rayos catódicos en cuyo interior hay sulfuros de cadmio, que son elementos que van adheridos a la pantalla. “Si ésta se rompe, los sulfuros, que son tóxicos, pueden contaminar a las personas que manejan estos residuos, es decir a los recicladores de base. Por eso, les recomendamos que nos entreguen esos productos completos”, puntualiza el especialista.
Adicionalmente, pueden hallarse clorofluorocarbonos (CFC) e hidroclorofluorocarbonos (HCFC) en los equipos de aire acondicionado y refrigeradores. De todos modos, Castro señala: “Si se hace un manejo adecuado previo de sus líquidos refrigerantes, los riesgos son controlables. Incluso, en Chile hay empresas que reciclan y restauran ese tipo de líquidos, pero no de los refrigeradores. En este caso, es necesario enviarlos a disposición final segura”.
A propósito de lo mismo, el ejecutivo comenta que, durante 2021, Pañiwe Sustentable trasladará sus instalaciones a la comuna de Lampa. “Estamos adquiriendo un terreno industrial de 5.000 metros cuadrados, que permitirá aumentar nuestra capacidad instalada de tratamiento al doble y también diversificar nuestra actividad a otros tipos de aparatos, como los refrigeradores y los equipos de aire acondicionado”, concluye.
Reacondicionamiento
Otro gestor autorizado de RRAEE es Fundación Chilenter, organización dedicada a la recolección y reacondicionamiento de computadores en desuso, para después donarlos a colegios vulnerables e instituciones sociales de todo el país. Desde su creación, en 2002, ha entregado más de 106 mil computadores y la meta es distribuir 7.200 más, entre diciembre de 2020 y mayo de 2022.
Las unidades en desuso se consiguen a través de un sistema de captación de donadores de la misma entidad o, además, “algunas organizaciones se acercan directamente a la Fundación o se contactan vía correo electrónico solicitando evaluar la gestión de sus residuos electrónicos”. Así lo explica Gonzalo Lagos, Director Ejecutivo de Fundación Chilenter, quien precisa que los tipos específicos de equipos que se procesan en sus instalaciones son computadores, CPUs, monitores y notebooks.
Al momento de recibirlos, se pesan y se cuentan con el fin de que tanto el generador, como también Chilenter -en su calidad de receptor final-, declaren ante el sistema Ventanilla Única del MMA.
“Cada uno de los equipos que son reacondicionables pasan por un detallado proceso de revisión. En esta fase se determina qué componentes cumplen con un determinado estándar y, por ende, están aptos para el reacondicionamiento”, explica Lagos.
Y agrega: “Un computador Chilenter puede estar ensamblado por partes y piezas procedentes de hasta siete donantes distintos. Además, implementamos un sistema para hacer la trazabilidad de cada uno de sus componentes. Al final del proceso, nuestros computadores van con un alto estándar de calidad y con el plus de una licencia de Windows instalada”.
Reciclaje en el Extranjero
Sobre el rumbo que siguen los productos equipos en desuso, Gonzalo Lagos comenta: “Más del 50% de los residuos son ingresados a las líneas de reacondicionamiento, donde se desarman y prueban las partes y piezas para, potencialmente, armar un equipo reacondicionado. Cada componente pasa por testeos de calidad y estándares mínimos para su reutilización, con el propósito de extender su vida útil en al menos 5 años”.
Por otro lado, añade el ejecutivo, la fracción que no es posible reacondicionar, pasa a las líneas de reciclaje, donde los materiales son separados entre metales, plásticos y circuitos electrónicos: “Estos últimos se acumulan hasta tener una cantidad suficiente, de modo de ser exportados y reciclados en el extranjero”.
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Datos
6.499
Toneladas de RAEE se recolectaron en todo Chile, en 2019.
80%
De las exportaciones de RAEE desde nuestro país corresponde a componentes de grandes equipos informáticos (E2BIZ, 2019).
14 kilos
De chatarra electrónica se estima que generará cada habitante de Chile, al año 2027.
Artículo publicado en InduAmbiente N° 167 (noviembre-diciembre 2020), págs. 52-54.