"Echar abajo" la idea generalizada de que los escombros generados por la demolición de construcciones son solo residuos sin valor, y demostrar que gran parte son materiales que sí pueden tener una segunda vida a través de la reutilización o reciclaje. Ese es un objetivo trascendental que se ha propuesto la empresa Flesan, que busca realizar este trabajo con altos estándares de sostenibilidad.
Para eso, la compañía ya está dando pasos importantes en nuestro país.
Sus esfuerzos en ese sentido partieron en el año 2016, cuando creó el Departamento de Medio Ambiente, el cual se potenció a inicios de 2022 con la puesta en marcha de una Gerencia en el área. Ambos hitos tienen en común un nombre propio: María Eugenia Ubilla, quien ha liderado la gestión de la compañía para reforzar su enfoque sustentable.
"Nuestro trabajo ha crecido de manera exponencial porque tenemos distintas unidades de negocio que atender, que desarrollan proyectos cada vez más especializados y con muchas obligaciones ambientales, y por las distintas soluciones integrales que ofrecemos a nuestros clientes. Por eso trabajamos con empresas que son líderes en sus rubros", destaca.
Enfoque en Residuos
La unidad de demoliciones de Flesan genera, en un año normal, en torno a 1,5 millones de toneladas de residuos, por lo que la gestión ambiental del grupo se ha enfocado principalmente en este ámbito.
Al respecto, la ejecutiva comenta: "Hace 5 años la disposición final de los residuos de construcción y demolición (RCD) se podía hacer casi en cualquier parte, porque existía poca normativa y escasa cultura sobre la responsabilidad que implica su manejo. De hecho, su definición es reciente. Antes se confundían con los residuos industriales, que tienen la capacidad de ser reciclables, en cambio los RCD está en vías de lograrlo, porque faltan aún soluciones que lo permitan".
Para ir mejorando su gestión, la compañía ha buscado asesoría en la academia y en organizaciones como Construye2025. Además, ha ordenado y modernizado su manejo operacional, haciendo un análisis completo del proceso de demolición y estableciendo con certeza que los RCD son productos o materiales que pueden tener una nueva vida útil.
La ingeniera ambiental añade: "Gracias a este trabajo nos hemos dado cuenta que la empresa hace una muy buena gestión de residuos. Esto, porque antes de la demolición hay una etapa previa de desmantelamiento, si el titular del proyecto lo autoriza, que implica el retiro de todos los materiales que pueden reutilizarse. Aquí entra la quincallería, vidrios, alfombras, muebles, puertas, ventanas, techos... todo lo que no tenga características de peligrosidad para la salud pública y el medio ambiente. Los productos recuperados se venden o se donan".
En definitiva, Flesan busca siempre demoler solo la obra gruesa de las construcciones, compuesta sobre todo de tabiques de hormigón armado y pisos. Para eso, antes de cerrar los contratos, hace un análisis de lo que existe y determina lo que se puede rescatar o no antes de la demolición.
La empresa recupera fierro, madera, cobre y otros materiales antes de proceder a la demolición.
"Son muy pocos los RCD que se envían a lugares de disposición final autorizados. Son básicamente los áridos, el hormigón armado que casi nadie recibe porque su tratamiento es muy complicado. En cambio, todo el cobre, chatarra ferrosa, aires acondicionados, muebles y otros elementos se pueden reutilizar para mover la economía circular en este rubro", afirma Ubilla.
Para la recuperación de los materiales, la empresa apela a la innovación y la tecnología como herramientas fundamentales. De hecho, por ejemplo, emplea cizallas para desprender el fierro que luego comercializará.
Reciclaje de Áridos
La tecnología es también su gran aliada para avanzar en un objetivo mayor: lograr el reciclaje del hormigón, que constituye entre el 50 a 60% de los residuos que quedan tras la demolición.
En concreto, la compañía está comenzando un proyecto piloto que considera demoler un galpón con equipos de corte con hilo diamantado. Así obtendrá un residuo de hormigón más "puro", que solo incorpora áridos y fierros. "Nuestra idea es asumir después desafíos más exigentes para demostrar que los RCD sí se puedan transformar en áridos reciclados, los cuales se podrían utilizar en la construcción de barreras new jersey, veredas, bermas, sillas de plazas...", acota la especialista.
Junto con impulsar ese tipo de iniciativas, Flesan ha explorado otras opciones para avanzar hacia la valorización de los residuos de demolición. De ahí sus vínculos con el Ministerio del Medio Ambiente y, en especial, con el Instituto Nacional de Normalización (INN) con el que colaboró por casi un año en la elaboración de la norma chilena 3727, sobre "Consideraciones para la gestión de residuos en obras de demolición y auditorías previas a obras de demolición". Fue la única empresa privada que lo hizo.
La proactividad de Flesan en este campo tiene una explicación: "Sólo si innovamos en la demolición vamos a poder desarrollar la economía circular en el rubro. Porque este tipo de servicios seguirá existiendo mientras haya necesidad de viviendas, de crecimiento urbanístico, de ordenamiento territorial...", plantea su Gerenta de Medio Ambiente, quien también espera un "empujón" por parte del Estado, sus políticas públicas y la normativa para ayudar a que la circularidad se afiance.
Otras Unidades
Las otras unidades de negocios del grupo Flesan generan en su conjunto en torno al 30% de los residuos que resultan del trabajo del área de demoliciones, lo que hace más sencilla su gestión. "Hacemos muchas campañas de reciclaje, por ejemplo, de desechos electrónicos que aportamos a la Fundación Chilenter para que les den una segunda vida", cuenta María Eugenia Ubilla.
La compañía también recicla grandes volúmenes de madera y fierro. Y entrega a otras empresas toda la tierra residual que genera la unidad de geotecnia para su tratamiento y uso, sobre todo, como material de relleno.
Estas acciones se han facilitado con la publicación de la norma técnica chilena 3562, en el año 2019, que regula la clasificación y directrices para el plan de gestión de RCD.
Artículo publicado en InduAmbiente 174 (enero-febrero 2022), páginas 36 a 37.