¿Sabía usted que el 24% de la capacidad instalada de las Energías Renovables No Convencionales (ERNC) en Chile se basa en el uso de residuos orgánicos? Así lo indica el último reporte del Centro Nacional para la Innovación y Fomento de las Energías Sustentables (CIFES), el cual detalla que al 30 de noviembre de 2014 las plantas que generaban electricidad con biomasa descartada de producciones forestales sumaban 461 MW, mientras que las que se abastecen con biogás derivado de la degradación de materia orgánica aportaban otros 43 MW.
Esas cifras muestran parte del panorama actual del país en materia de valorización energética de los residuos orgánicos. Una práctica muy positiva impulsada desde hace casi dos décadas por el sector forestal, y que hoy se busca ampliar y fomentar desde el sector público y privado.
¿Qué opciones existen y cuáles son sus beneficios?, ¿qué barreras existen para el desarrollo de proyectos en este campo?, son algunos de los temas que abordamos a continuación.
Altamente Sustentable
“La valorización energética de los residuos tiene un alto grado de sustentabilidad”. Así lo sostiene Katherine Navarrete, gestora de proyectos del CIFES, quien agrega: “Desde el punto de vista económico, muchas veces resulta más caro tratar los residuos que desarrollar un proyecto que permita aprovecharlos como energía, y además se generan beneficios ambientales y sociales relevantes”.
Estas ventajas son numerosas, partiendo por el hecho de que estos proyectos abren una oportunidad para que las empresas puedan gestionar adecuada y convenientemente sus residuos, los que muchas veces causan complejos problemas de contaminación de suelos, aguas y odoríferos, como ocurre con los purines de planteles animales. Además, permiten transformarlos en energía renovable cuando se utiliza la fracción orgánica de los residuos, tal como lo define la Ley 20.257, que se puede aprovechar con fines térmicos o para generar electricidad ya sea para autoabastecimiento o para comercializar en el mercado eléctrico, con los beneficios económicos que ello implica para sus gestores.
Cabe considerar también que hay casos en que la gestión de los residuos es un obstáculo para los planes de crecimiento de las empresas, por lo que estos proyectos son aún más convenientes.
Los residuos que hoy en Chile se utilizan como fuente de energía renovable provienen principalmente de la industria forestal, del sector agropecuario y de la fracción orgánica de los residuos sólidos municipales. Y las principales tecnologías que se emplean son dos: la combustión de residuos forestales con cogeneración de energía térmica y eléctrica, y la digestión anaerobia de materia orgánica para producir biogás. “Esas son las tecnologías probadas y funcionando en Chile, y para las que se pueden encontrar proveedores que desarrollan proyectos, desde la ingeniería de perfil hasta proyectos llave en mano”, acota Katherine.
Destaca que el 98% de los proyectos de valorización energética de residuos que inyectan electricidad a la red corresponden a proyectos de cogeneración de energía en base a residuos forestales y un 2% a plantas de biogás derivado de residuos orgánicos procedentes de actividades agropecuarias o también de rellenos sanitarios.
Y añade que en esta última área se visualiza un gran potencial para el desarrollo de nuevos proyectos de valorización energética de residuos.
Lea este articulo completo en Revista 132, páginas 22 a 29.