Abrir las compuertas de un canal para regar los cultivos, una práctica milenaria que aún utilizan agricultores de nuestro país. De buenas a primeras, podría celebrarse la mantención de esta arraigada costumbre, sin embargo, su eficiencia es menor al 50%, versus el 75% y más que se alcanza con el riego por aspersión o goteo. Según expertos, considerando el escenario de sequía que persiste en gran parte del país, los productores agrícolas deben optar por ese tipo de tecnologías para un mejor uso de tan vital y escaso recurso. Y para eso, por cierto, requieren contar con fuentes de financiamiento estatales.
En el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIA) revelan que la eficiencia hídrica promedio en la industria del agro está en torno al 50%, e incluso menos en algunas regiones, la que es similar a la media internacional. Esto quiere decir que por cada 10 litros de agua que se aportan a un cultivo, solo 5 litros son aprovechados por la planta en sus procesos de transpiración, en tanto que el resto se pierde en conducción, evaporación y percolación profunda, entre otros procesos.
Claudio Balbontín, experto en recursos hídricos del INIA, plantea que tal indicador se repite hace mucho tiempo "y no logramos aumentarlo de manera global. Pese a que ha habido muy buenos aportes desde programas de tecnificación de la Comisión Nacional de Riego, en términos globales seguimos con números bajos. Si lográramos llegar a un 60% de eficiencia creo que se aliviaría la presión que existe en este momento sobre los recursos hídricos en el país. Esa debe ser una meta concreta que nos debemos poner".
El también director regional del INIA Intihuasi, con sede en la región de Coquimbo, aboga "por el uso de marcos conceptuales, de una métrica, que permita definir las necesidades de riego de los cultivos y el empleo de nuevas tecnologías para el monitoreo de éstos y del riego. Vemos que la mayoría de los agricultores sigue sin utilizar información y, por lo tanto, no se apoya en una métrica para estimar sus necesidades hídricas. Hoy en día, no solo hay que tener mucha experiencia en el rubro, sino que también hay que medir, porque lo que no se mide no se mejora".
Riego, sensores y más
Para reducir la huella hídrica del rubro, el especialista pone como ejemplo una práctica muy antigua: el riego localizado, que mejora la eficiencia frente a un riego por surco o por tendido. "Permite verter el agua en la zona de las raíces sin mojar otros sectores. Esa técnica, el INIA la ha implementado y transferido a un gran número de agricultores, entre ellos todos los productores de frutales en la región de Coquimbo. En cambio, en el riego de cultivos anuales, como las hortalizas, se sigue manteniendo el riego por tendido, por lo que debemos continuar trabajando para que adopten nuevos sistemas", expone.
El INIA también ha promovido el riego subterráneo, que se está implementando en las regiones de Coquimbo, Valparaíso y O'Higgins. "Este sistema, que evita perdidas por evaporación, ha sido posible gracias a desarrollos tecnológicos que estamos validando", acota.
El Instituto, además, impulsa el empleo de tecnologías para el monitoreo de humedad en el suelo. Al respecto, Balbontín afirma que "estamos trabajando fuertemente en el uso de sondas para que los agricultores sepan cuánta agua hay disponible en el suelo".
Pone de relieve, asimismo, el trabajo que realizan con herramientas satelitales que permiten evaluar y observar el desarrollo de cualquier cultivo a nivel país. Añade: "Si eso lo multiplicamos por la demanda de agua que hay en el ambiente donde crecen las plantas, vamos a poder tener la tasa de transpiración y la huella hídrica de los cultivos. Por lo tanto, el uso de estas tecnologías para su monitoreo, en el marco de la metodología FAO 56, nos permite estimar el consumo hídrico de los cultivos de manera simple y rápida".
En general, en la entidad estatal sostienen que el empleo de instrumentos de precisión ha demostrado ser clave para mitigar los efectos del cambio climático. De hecho, permiten hacer una gestión más eficiente del uso del agua de riego en la agroindustria, reduciendo hasta en un 36% la aplicación del recurso en los cultivos, según arrojan algunas de sus investigaciones.
Por ejemplo, con el apoyo del INIA y Corfo, un grupo de 25 agricultores del Valle del Aconcagua está transformando su gestión del agua en el campo combinando conocimientos sobre fertirrigación y manejo del insumo a través del análisis de imágenes multiespectrales y uso de sensores avanzados, entre los cuales se incluyen los de capacitancia y conductividad eléctrica.
Las tecnologías de sensores remotos montados en drones han surgido tras unos 10 años de investigación, "pero solo hace algunos años están comenzando a ponerse a disposición de los agricultores", precisan en el INIA.
Otras nuevas herramientas que está utilizando el sector son un micro tensiómetro (modelo Flora pulse), que desempeña la función de medir el potencial hídrico xilemático de las plantas; y el porómetro fluorómetro, que registra la conductancia estomática, factor relacionado al estrés hídrico. "Es útil en la gestión del riego, ayudando a determinar cuándo y cuánto regar para optimizar el rendimiento de los cultivos. Permite a los agricultores evaluar la eficiencia del uso del agua en las plantas y controlar el balance hídrico", explican en el organismo.
El Dr. Carlos Zúñiga, experto en agricultura de precisión, comenta que el "uso y manejo de estos dispositivos brindará a los agricultores la capacidad de utilizar el agua y los fertilizantes de manera sustentable y económicamente más eficiente, además de monitorear de cerca la salud del suelo y la absorción de nutrientes por parte de las plantas".
Por su parte, el subdirector nacional de I+D de INIA, Christian Alfaro, resalta que "hoy, nuestras nuevas variedades de arroz, trigo y porotos son más eficaces y más eficientes en el uso de los recursos hídricos y de los nutrientes. Sus rendimientos se han incrementado, mientras la demanda de agua ha disminuido".
Plantas de proceso
Además de ocuparla intensivamente en las faenas agrícolas, sobre todo en riego, un segmento importante de la industria de alimentos emplea el agua en sus plantas procesadoras: para la limpieza y desinfección de frutas y verduras; aseo de maquinarias, herramientas e instalaciones; y producción, elaboración y envasado de alimentos, principalmente.
Muchas de estas empresas, conscientes de la necesidad de disminuir su huella hídrica y mejorar sus estándares ambientales en general, han participado, desde hace más de 18 años, en cuatro Acuerdos de Producción Limpia (APL) dirigidos al rubro. Sin ir muy lejos, en marzo pasado la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático (ASCC) de Corfo certificó a 32 plantas productivas pertenecientes a 18 empresas de la industria de alimentos procesados ubicadas entre las regiones de Valparaíso y Los Lagos, que dieron cumplimiento al 100% de las metas establecidas en el cuarto APL del rubro.
El grupo de compañías certificadas está integrado por Agro Entre Ríos, Agroindustrial Surfrut, Alimentos y Frutos, Ama Time, Comfrut, Empresas Carozzi, Empresas Lourdes, Exportadora Anakena, Exportadora Rancagua, Friort, Frutícola Olmué, Ideal, Patagoniafresh, Procesadora Baika, Procesos Naturales Vilkún, Sugal Chile, Vitafoods y Watt's.
En materia de uso eficiente del agua, el último APL ha permitido a las empresas de alimentos mejorar el indicador específico en un 15,6%, gracias a inversiones que han superado los $675 millones. "El consumo de agua reutilizada aumentó en un 69%, y se han implementado acciones de responsabilidad empresarial en relación al uso del recurso hídrico, que involucró a agricultores y la comunidad, con una inversión de más de $3 mil millones, ejecutándose un plan de eficiencia hídrica que involucró a 788 proveedores agrícolas", indica la nota de prensa con los resultados del acuerdo.
En un balance más global, Carlos Descourvieres, gerente de Desarrollo y Sustentabilidad de Chilealimentos, el principal gremio del sector, subraya los exitosos resultados alcanzados por las empresas asociadas que han participado desde 2005 en los distintos APL reservados a esta industria. "Esto queda demostrado con el indicador de intensidad del uso de agua que gradualmente ha pasado de 57 m3/tonelada producida a 16 m3/tonelada producida, y con un creciente aumento de agua reutilizada equivalente al 44% del total del recurso ocupado. Acabamos de finalizar la cuarta versión del APL y nos encaminamos a abordar una quinta con nuevos desafíos", detalla.
Acciones concretas
El ejecutivo destaca las siguientes acciones concretas, impulsadas por las empresas agrupadas en Chilealimentos, para reducir su huella del agua:
• Medir y registrar los consumos de agua, sincerando su empleo.
• Aplicar medidas al interior de los procesos como limpieza en seco y utilización de sistemas de alta presión y bajo caudal en las labores de aseo.
• Establecer procedimientos para la asignación y manejo de equipos y herramientas al personal, incluyendo gatillos de corte rápido, mangueras y otras.
• Elaborar protocolos de mantención para detectar tempranamente filtraciones en ductos y equipos.
• Análisis crítico de los circuitos de agua para relevar los puntos factibles de recirculación o reutilización de agua.
• Intercambiar información sobre mejoras y de las mejores prácticas en la materia entre pares.
• Conformar un equipo integrado por jefaturas, operadores de plantas de riles, operadores de aseo y limpieza, y mantenedores, cuya responsabilidad es plantear e implementar mejoras en el uso del agua y monitorear sus resultados.
Sobre la medición de la huella del agua, Descourvieres precisa que "deben realizarla profesionales con los conocimientos necesarios para implementar el proceso bajo la norma ISO 14.046".
Añade que el énfasis o prioridad en este ámbito debe seguir puesto en un trabajo conjunto entre el sector público, empresas y agricultores, "con el fin de que estos últimos implementen y aumenten sus medidas de gestión hídrica, considerando que del total de consumo de agua en la cadena de valor de la industria de alimentos el 97% corresponde a la agricultura".
El ejecutivo asegura que Chilealimentos, en particular, seguirá ejerciendo su rol de ente articulador en los APL, promoviendo planes de gestión hídrica y mediciones de la huella de agua, realizando talleres de capacitación y cursos para ampliar el conocimiento sobre la gestión del agua, y fortaleciendo los nexos con la Comisión Nacional de Riego.
DATOS:
1
Modificación a la ley Nº 21.075 permitirá reutilizar las aguas grises –provenientes de las duchas, lavamanos, lavaplatos, máquinas lavavajillas y lavadoras de ropa– para el regadío de cultivos agrícolas, salvo los de frutas y verduras que crecen a ras de suelo o suelen consumirse crudas.
2030
Año hasta el que se extenderá la prórroga a la Ley Nº 18.450 de fomento a la inversión privada en obras de riego y drenaje. La iniciativa, despachada en 2023 por el Congreso, busca incrementar los apoyos estatales a la pequeña y mediana agricultura, a las comunidades y a organizaciones de regantes.
Artículo publicado en InduAmbiente n° 187 (marzo-abril 2024), páginas 56 a 58.