Resistidas y cuestionadas por algunos sectores de la sociedad, las plantaciones forestales se siguen dejando ver con su talante altivo, inconfundible, en la mayor parte de las regiones del sur de nuestro país.
Según antecedentes del Catastro de los Recursos Vegetacionales Nativos de Chile, elaborado por la Corporación Nacional Forestal (Conaf), al 2023 cubrían una superficie de 3.121.969 hectáreas, equivalentes al 17,37% del total de bosques del territorio nacional.
De esa superficie, la mayor proporción corresponde a pino radiata y en segundo lugar a distintos tipos del género eucalipto. Dentro de las otras especies plantadas destacan atriplex, tamarugo y pino oregón. Todas ellas se localizan, principalmente, entre las regiones de O'Higgins y Los Lagos.
¿Afectan los caudales?
El desarrollo de las plantaciones ¿genera más beneficios o perjuicios en el entorno natural y humano? Un estudio reciente del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2) concluyó que los monocultivos forestales en Chile producen una serie de impactos negativos.
Por ejemplo, el informe del CR2 indica que diversos análisis demuestran que estos ecosistemas boscosos tienen una mayor evapotranspiración que los bosques nativos, lo que afecta negativamente los caudales de las cuencas en donde se localizan. "Esto ocurre, principalmente, por la gran densidad en que son plantados, teniendo un impacto directo sobre la población que denuncia la escasez hídrica. Este es un aspecto especialmente crítico en la relación de las plantaciones con las comunidades mapuches", revela el documento.
Agrega que un estudio realizado en el último tiempo analizó 25 cuencas forestales de más de 20.000 hectáreas cada una en la zona centro-sur de Chile "y estimó un descenso del 18% del caudal anual (adicional al efecto de la sequía), a nivel de cuenca, al incrementar en un 50% el área de cobertura de plantaciones. En tanto, otros modelos ecológicos que consideran un escenario de cambio climático proyectan que el aumento de la forestación con pino radiata intensificará el descenso de la provisión de agua en el futuro en la región mediterránea de Chile".
Al respecto, Julio Torres, secretario ejecutivo del Colegio de Ingenieros Forestales (CIF) de Chile, señala que "se escuchan muchas afirmaciones que buscan establecer verdades generales basadas en estudios particulares. En general, se comparan las variaciones de caudales entre coberturas vegetales de bosque nativo y coberturas de plantaciones comerciales, concluyéndose que en estas últimas se presentan reducciones en los caudales en épocas estivales. Sin embargo, otros estudios, haciendo las mismas comparaciones en un mayor número de cuencas (no solo de cuencas pareadas), no arroja las mismas conclusiones".
A su juicio, se debe seguir investigando, "pero también hay que cuantificar el impacto de las plantaciones comparándolas con suelos desprovistos de vegetación. Por lo tanto, el aporte de estos cultivos a la protección del suelo, mediante la reducción de la escorrentía superficial, también debe ser mostrada y cuantificada. Lamentablemente, quienes insisten en comparar el desempeño entre bosque nativo y plantaciones omiten de sus estudios estas otras necesarias comparaciones. Toda cobertura vegetal genera un impacto positivo en la retención de agua respecto a una superficie desprovista de vegetación, especialmente en suelos con pendientes moderadas a severas".
Evaluación positiva
Evaluando el uso que actualmente se le da al recurso hídrico en la industria forestal, Marianne Hermanns, vicepresidenta de la Corporación Chilena de la Madera (Corma), en las regiones de Biobío y Ñuble, parte aclarando que "las plantaciones no se riegan ni utilizan agua de las napas, lo que limita la cantidad total de agua disponible para fijar carbono de la atmósfera y transformarlo en la materia prima renovable que es la madera".
Luego especifica que, hasta ahora, las especies que más carbono pueden fijar por litro de agua utilizada son el pino radiata, eucalyptus globulus y eucalyptus nitens, que fijan hasta cuatro veces más carbono por litro de agua en comparación con vegetaciones nativas de referencia.
"Hoy en día, incluso, se está hablando de hacer edición genética para aumentar la eficiencia en el uso del agua por parte de las especies para la producción de madera. Además, como las cuencas son sistemas biofísicos complejos, se monitorea permanentemente un conjunto de cuencas para obtener datos que permitan entender mejor la eficiencia en el uso del agua y cómo este factor puede afectar a los ecosistemas y las comunidades vecinas", asegura la ejecutiva gremial.
Torres también tiene una mirada positiva en este ámbito: "En las plantaciones se realizan esfuerzos permanentes por reducir el consumo hídrico. Incluso, existen investigaciones para identificar genotipos con mayor eficiencia hídrica, es decir, que produzcan la misma cantidad de madera con menor consumo de agua. Otros estudios buscan identificar genotipos de individuos que sobrevivan en condiciones más restrictivas en materia de disponibilidad de agua".
Uso industrial
¿Qué ocurre en las plantas de procesamiento forestal? Como punto de partida, el especialista del CIF deja en claro que la producción de celulosa, por ejemplo, es intensiva en el uso de agua en todo su proceso. Sin embargo, las plantas del rubro han logrado reducir el empleo del recurso desde 240 metros cúbicos por tonelada de celulosa producida, en la década de los años sesenta, a cerca de 40 metros cúbicos en la actualidad. "En esta industria existe preocupación por reducir el consumo como parte de sus políticas ambientales. De hecho, hay un compromiso de las empresas de reducir en 25% del uso industrial de agua por tonelada producida al año 2025, tomando como línea base el consumo en el 2018", destaca.
Para Hermanns, el diagnóstico sobre la utilización del recurso hídrico en las faenas productivas es igual de positivo. "Si bien las plantas de celulosa y de paneles, los aserraderos y otras instalaciones lo necesitan en sus procesos productivos, el agua se ocupa de manera eficiente, responsable y sustentable", asegura.
Mejor gestión
Sobre los desafíos que debe sortear el sector forestal para hacer un mejor uso de los recursos hídricos, la representante de Corma se focaliza en tres aspectos. Primero, en el uso ajustado y acotado a los derechos de agua correspondientes a cada instalación, "siempre minimizando la captación de agua desde los ríos y, además, velando por asegurar, en todo momento, las condiciones ambientales de las cuencas, especialmente en lo que a caudales ecológicos se refiere", expresa.
También aboga por una mayor recirculación de agua en los procesos, una reducción en su consumo y una minimización en la generación de efluentes, con un manejo eficiente y adecuado de los mismos. "En resumen, la gestión hídrica de la industria forestal parte en el bosque y se extiende hasta el producto final", subraya.
Resalta, asimismo, los múltiples proyectos en desarrollo que apuntan a aumentar la eficiencia en el uso del vital elemento, tanto reutilizando el agua de los efluentes como minimizando su generación. "La visión de futuro en muchas plantas es lograr tener circuitos cerrados, pero esto debe considerarse en el marco del uso de energía y otros insumos para asegurar la minimización de la huella ecológica total y no solo de la hídrica", acota Hermanns.
Julio Torres, en tanto, manifiesta que el rubro, por las restricciones hídricas que enfrenta debido a la sequía, "debe avanzar en mayores niveles de eficiencia en el uso del agua en toda la cadena de transformación de la madera. Y en el caso de las plantaciones forestales, dado que no se riegan y ocupan el agua proveniente de las precipitaciones, hay que seguir avanzando en investigaciones para identificar genotipos más eficientes en la producción de biomasa con menor consumo del recurso. Además, se deben evaluar modelos silvícolas que apunten también a menores consumos sin sacrificar la productividad por hectárea".
Artículo publicado en InduAmbiente nº 189 (julio-agosto 2024), páginas 28 a 30.