Revista de descontaminación industrial, recursos energéticos y sustentabilidad.

Tratadas y ¿Reutilizadas?

Tratadas y ¿Reutilizadas?

El notable avance y los desafíos de Chile en la gestión de aguas residuales.



Hace 25 años, cuando partió InduAmbiente, pensar en un río Mapocho navegable no tenía “ni pies ni cabeza”. ¡Hoy tiene ambas! Se hizo realidad, en parte, en 2015 con la inauguración en Quinta Normal del Parque Fluvial Renato Poblete, cuyas aguas son alimentadas por el cauce de este río.

Tal adelanto urbano no hubiese sido posible sin el término de las descargas de aguas servidas domésticas al Mapocho en 2010.

Hoy, la cobertura de tratamiento de estos residuos líquidos en Chile es de prácticamente el 100% en zonas urbanas, un estándar de saneamiento que muy pocos países del continente pueden mostrar.    

Pese a los avances, aún hay numerosos desafíos que sortear en este ámbito y en el de la gestión de riles, que también se ha desarrollado de manera vertiginosa. Por ejemplo, lograr que este servicio sea prestado masivamente en los sectores rurales y que un porcentaje mucho mayor de las aguas tratadas se reutilice.   

En 2018, empero, se han producido buenas noticias en ese sentido. En enero, se inauguró la primera planta de aguas residuales tratadas para uso productivo en zonas rurales en Chile. Ubicada en la localidad de Cerrillos de Tamaya, en la comuna de Ovalle, Región de Coquimbo, el sistema permitirá reusar estas aguas en el riego de cultivos de alfalfa y, de paso, demostrar los beneficios de este proceso para que sea replicado en todo el país.

Y en febrero último, se publicó la ley que regula la recolección, reutilización y disposición de aguas grises, que son aquellas aguas servidas domésticas provenientes de las tinas de baño, duchas, lavaderos, lavatorios y otros, excluyendo las denominadas aguas negras, que contienen excretas.

Principales Hitos

El surgimiento de brotes de enfermedades gastrointestinales y entéricas en los años 90, asociados al consumo de hortalizas regadas con aguas servidas, obligó a las autoridades a priorizar el saneamiento de estos residuos líquidos urbanos. La apuesta fue eliminar, en el menor tiempo posible, sus descargas a los cursos de aguas superficiales como ríos, esteros y mar.

Así, en el año 2000, la cobertura de tratamiento de aguas servidas alcanzaba al 20,9 %, con sistemas de depuración en base a tecnologías de lagunaje en su mayoría.

El mismo año se promulgó el Decreto Supremo 90, que establece la “Norma de Emisión para la Regulación de Contaminantes Asociados a las Descargas de Residuos Líquidos a Aguas Marinas y Continentales Superficiales”. Ésta define los límites máximos permitidos para las descargas de los residuos líquidos a diferentes cuerpos de agua, otorgando 6 años de plazo para cumplirla a las fuentes emisoras existentes.

Una década después la cobertura en este ítem llegó a  86,9%, gracias a tres hitos: la puesta en marcha de las plantas de tratamiento de aguas servidas (PTAS) El Trebal (2001) y La Farfana (2003) en la Región Metropolitana (RM), ambas en base a tecnología de lodos activados y digestión anaeróbica para los biosólidos resultantes del proceso; y la implementación del proyecto “Mapocho Urbano Limpio” en la misma zona, con el cual se eliminaron las 21 descargas de aguas servidas crudas a este curso de agua.

Y en 2012 se alcanzó el 99,8% de tratamiento con la entrada en operación de la planta Mapocho, una ampliación de El Trebal, también en la RM. Desde el año siguiente, y hasta el día de hoy, el servicio es ofrecido al 99,93% de las localidades urbanas concesionadas conectadas a las redes de alcantarillado, correspondiente a una población de 16,7 millones de habitantes.

Lea este artículo completo en InduAmbiente n° 154 (septiembre-octubre 2018), págs. 28 a 32