¿Ha disminuido la eficiencia de su caldera?, ¿Se ha elevado la temperatura de los gases de combustión?... Si ha notado síntomas como éstos, conviene que se pregunte cuándo fue la última vez que realizó una purga de agua en su caldera. Es que esta acción permite evitar la acumulación de sólidos e incrustaciones que afectan la operación de estos equipos y, peor aún, pueden generar daños importantes a su estructura.
Así lo explica Ximena Llanca, jefa del área de ingeniería de Dueik Equipos Térmicos: “Aun cuando el agua sea tratada, los sólidos disueltos en el agua se concentran por la constante evaporación del agua al interior de una caldera y su continuo ingreso de agua. Estos sólidos se van depositando en los tubos y en el fondo de la caldera, produciendo el efecto de aislante térmico”. Agrega que en estas condiciones, los gases de combustión no transfieren completamente su energía calórica al agua por lo que el tubo que los conduce se empieza a recalentar y podría llegar a romperse. En el fondo de la caldera, en tanto, la acumulación de sedimento puede alcanzar a la cámara húmeda e incluso al fogón, con lo cual el efecto de aislación térmica se produce en esos sectores generando roturas en esa zona.
Para prevenir todos estos problemas, entonces, se hace necesario realizar purgas de agua con una frecuencia adecuada y con los debidos resguardos para no afectar a las personas ni al medio ambiente.
Tres Tipos
Existen tres clases de purgas que se pueden realizar en las calderas:
· De fondo: Son obligatorias de acuerdo a lo establecido en el Reglamento de Calderas, Autoclaves y Equipos que Utilizan Vapor de Agua (Decreto Nº 10 del Ministerio de Salud). “Estas purgas son una o más de acuerdo al tamaño de la caldera y deben tener una válvula de corte rápido y una de corte lento”, señala Ximena Llanca. La especialista añade que la frecuencia y duración de las purgas depende siempre del análisis que se debe hacer para verificar la calidad del agua con que está trabajando la caldera, pues la acumulación de lodos en su interior varía según el tratamiento de agua previo que se haga y el uso del equipo (cuánto vapor se genera concentrando al interior los sólidos). “La ley indica que debe haber un operador siempre presente cuando esté funcionando una caldera. Se recomienda que los operadores durante su turno realicen al menos una vez las purgas de la caldera para eliminar los lodos acumulados, sin embargo, puede que el análisis del agua arroje que las purgas deben ser con más frecuencia”, plantea.
· De superficie: La jefa del área de ingeniería de Dueik indica que este proceso permite eliminar los sólidos que se concentran en el límite líquido-vapor del interior de la caldera. Acota: “Se instala justo en el nivel de agua de operación de la caldera. Su frecuencia depende de la calidad del agua”.
· Continua: Esta purga se instala debajo del nivel de agua de operación y permite ir eliminando continuamente los sólidos disueltos en el agua. Pese a ello, sigue siendo necesario realizar purgas de fondo. La calidad del agua también determina la frecuencia con que se debe efectuar esta acción. “La purga continua realiza automáticamente un análisis de la conductividad del agua (a mayor conductividad mayor presencia de sólidos en el agua) y con ese análisis realiza la purga”, sostiene Ximena Llanca.
Cómo Hacerlas
Considerando que las purgas implican el desecho de agua a alta temperatura, conviene preguntarse qué aspectos hay que atender para que este proceso se desarrolle de manera adecuada y sin generar riesgos para los operadores y el medio ambiente.
Artículo completo en InduAmbiente 140 (mayo-junio 2016), páginas 84-85.