Todos, salvo raras excepciones, queremos vivir y trabajar en un ambiente confortable, con una temperatura ad hoc que nos permita desempeñarnos adecuadamente. O sea, ni con frío ni con calor, por dar un ejemplo. En palabras más técnicas, en condiciones de temperatura y humedad relativa que mejoren la calidad del aire y brinden confort térmico al lugar donde nos encontramos.
¿Cómo lo logramos? A través de sistemas de climatización que se pueden instalar en cualquier edificación cerrada, como edificios, casas, industrias, hospitales, supermercados, centros comerciales y bancos, entre otras.
De acuerdo a la definición que aporta la consultora española POCH, con oficinas en Chile, la climatización se distingue por emplear sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado, y por usar sistemas de climatización natural o pasiva, los cuales dan forma a la denominada bioclimatización. “Esta última consiste en la utilización de equipos que generan las condiciones de confort sin recurrir a ningún tipo de compresión mecánica o uso de energía que no sea renovable, a través de sistemas geotermales o solares, caudales naturales de agua y otros”, señala la página web de esta empresa, que agrega que en los equipos de bioclimatización existen pocas piezas mecánicas, lo que hace que exista un riesgo bajo de fallas.
A su juicio, ésta es una solución ideal para un amplio abanico de aplicaciones comerciales e industriales. “En especial sirve para resolver problemas de calor en ambientes que se benefician de un flujo constante de aire fresco y frío; para lugares donde se genere calor o humo; y para zonas que precisen la evacuación de aire contaminado procedente del proceso de fabricación. En definitiva, para conseguir un ambiente sano, fresco y saludable para los trabajadores”, subraya.
Entre las aplicaciones de esta tecnología figuran almacenes, residencias, restaurantes, cocinas industriales, fábricas, lavanderías y supermercados, entre otros establecimientos.
Realidad en Chile
Más que de equipos o sistemas bioclimáticos, la Arquitecto Gabriela Armijo, Socia de Ambiente Consultores y Directora del Laboratorio de Bioclimática de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Paisaje de la Universidad Central, prefiere hablar de diseño o arquitectura bioclimática. Comenta que ésta se basa en principios simples y básicos. “La envolvente del edificio tiene que actuar como un filtro de los agentes climáticos exteriores, dejando pasar los deseados e impidiendo, en la medida de los posible, los no deseados. Por ejemplo, en inviernos fríos esta envolvente tiene que estar muy bien aislada térmicamente, de modo de conservar el calor producido por las personas, los equipos y el sol que están dentro del edificio. Aunque no todos los edificios tienen los mismos requerimientos. Dependerá de su uso, del clima en el que está emplazado, de las expectativas y hábitos de los que lo utilizan, entre otros”.
Añade que los comunes denominadores de este tipo de diseño, salvo en bodegas no habitadas, son siempre una buena calidad de aire; una temperatura de confort en el aire y en la superficie de muros y techos que nos rodean, que en una sala de recién nacidos de una maternidad es mucho más alta que en un gimnasio; acceso a iluminación natural o diurna en cantidad y calidad adecuada; un ambiente acústico que permita la comunicación; ausencia de humedad en muros, techos o pisos; no tener infiltraciones de aire no deseadas; y contar con protectores de sol para asegurar que no se sobrecalienten los espacios durante el verano, entre otros.
Lea este artículo completo en InduAmbiente 103 (marzo-abril 2010), páginas 92-93.