Hace “sólo” 200 años que se conoce lo que es la radiación ultravioleta. A comienzos del siglo XIX, el científico Johannes Ritter descubrió que el sol, además de luz visible, emite una radiación “invisible” de longitud de onda más corta que el azul y el violeta. Esa banda recibió el nombre de ultravioleta. Y es de tres tipos:
• UV-A: Es la continuación de la radiación visible y es la responsable del bronceado de la piel.
• UV-B: Llega a la Tierra muy atenuada por la capa de ozono. Es muy peligrosa para la vida en general y, en particular, para la salud humana, especialmente en caso de exposiciones prolongadas de la piel y los ojos. Puede provocar cáncer de piel, melanoma, catarata y debilitamiento del sistema inmunológico.
• UV-C: Es en teoría la más peligrosa para el hombre, pero afortunadamente es absorbida totalmente por la atmósfera.
La intensidad de la radiación ultravioleta que llega a la Tierra depende de varios factores. Uno de ellos es la contaminación atmosférica. A mayor polución, menor radiación UV. También influyen en su intensidad la hora del día y la época del año, la latitud, la altura, el espesor de la capa de ozono y el clima, entre otros.
Tecnologías de Medición
En Chile, existen diversos proveedores de instrumentos que miden la radiación ultravioleta. Uno de los principales es Veto, que ofrece un sistema portátil para distintas aplicaciones, como agricultura, estudios ambientales, exteriores, interiores, laboratorios y hospitales.
Sus registros son en distintos rangos: bajo, de 0 a 199.9 uW/cm²; medio: 0 - 1.999 mW/cm²; y alto: 0 - 19.99 mW/cm².
El aparato presenta las siguientes características:
• 3 rangos de medición seleccionables
• Retención de lectura (Hold)
• Función valor máximo
• Sensor: UV foto diodo
• Espectro sensor UV: desde 320 a 400 nm
• Condición de trabajo temperatura 0 + 50 ºC, humedad < 70 % RH
• Alimentación 3 pilas AAA, indicación pila baja
• Tamaño 155 x 48 x 24 mm
A modo de recomendación, para que este tipo de instrumentos opere adecuadamente y su vida útil sea la proyectada, no se les debe mantener en lugares con altas temperaturas o alta humedad. Además, no hay que utilizarlos en atmósferas explosivas y no se les debe sumergir en líquidos.
Por otra parte, hay que limpiar periódicamente la carcasa y el cabezal del sensor con un trapo húmedo, sin utilizar abrasivos ni solventes.
Boom del Solmáforo
Otra tecnología muy en boga para medir la radiación UV es el solmáforo, una solución más conocida en Chile porque se concibió en nuestro país como parte de un proyecto Corfo. Irrumpió en 2004, de manera simultánea, en las ciudades de Antofagasta, Santiago y Coyhaique para registrar los niveles de radiación del tipo UV-B, la más peligrosa para la piel de acuerdo a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Posteriormente lo han empezado a emplear otras localidades y ciudades como Reñaca, Arica y Concepción.
El equipo, una especie de semáforo, informa sobre la intensidad de la radiación UV mediante un código de colores, el cual puede utilizarse para tomar las precauciones necesarias.
La medición se efectúa a través de detectores ópticos y filtros UV. El solmáforo mide el índice de radiación UV y, de acuerdo a su intensidad, enciende una luz de color de acuerdo a lo sugerido por la OMS. El tono violeta es el más peligroso, mientras que el verde indica que no hay riesgo.
Los otros colores son amarillo (riego medio), naranja (alto) y rojo (peligroso).
El color permite, asimismo, estimar el tiempo máximo de exposición al sol sin riesgo de quemadura.
Lea este artículo completo en InduAmbiente 118, página 98.