Revista de descontaminación industrial, recursos energéticos y sustentabilidad.

EL CALOR DE LA BIOMASA

EL CALOR DE LA BIOMASA

Conozca un método usado para determinar el poder calorífico de la biomasa.



Cada vez menos personas se encogen de hombros, en señal de no entender, cuando escuchan la sigla ERNC, que alude a las Energías Renovables No Convencionales. La razón principal tiene que ver con la mayor difusión y promoción que éstas tienen en los últimos años por su lento pero seguro posicionamiento en la matriz energética nacional. Según datos del Centro de Energías Renovables (CER), a diciembre de 2013 la capacidad instalada de ERNC en el país alcanzaba los 1.117 MW, y se espera que a fines de este año sea cercana a los 1.600 MW.

En el detalle por tipo de energía, la biomasa o bioenergía sigue liderando con 442 MW de contribución a los sistemas eléctricos. En un reciente estudio, el especialista y académico Hugh Rudnick entrega algunas claves que explican el protagonismo de este recurso: “Es una fuente de ERNC muy versátil al poder emplearse tanto para generar electricidad como para producir energía térmica y biocombustibles. Además no presenta variabilidad temporal para producir energía, fundamentalmente eléctrica, por lo que si existe abastecimiento del recurso se podrá generar a la hora deseada, a diferencia de la de tipo eólica o solar. Y, en particular, la energía de la biomasa forestal tiene un vasto potencial en Chile y se origina a partir del manejo del bosque nativo, las plantaciones forestales y los desechos resultantes de su utilización”.

Ahondando en este último punto, plantea que la biomasa se deriva de fuentes tanto orgánicas como inorgánicas. Entre las primeras figuran las plantas, matorrales, árboles y desechos agrícolas y ganaderos, mientras que dentro de las inorgánicas están los desechos industriales y residenciales. “Ambos tipos pueden someterse a incineración directa, que constituye la forma de gestión más convencional. Sin embargo, también se emplean para la obtención de biocombustibles a partir de biomasa orgánica, sustituyendo el uso de combustibles fósiles”, resalta Rudnick.

A continuación nos centraremos en su uso para producir biocombustibles. Y de manera más específica en el trabajo que se realiza en laboratorio para determinar el poder calorífico de este recurso.

Etapas del Proceso

Claudia Jara, jefa del Area de Servicios Analíticos de la Unidad de Desarrollo Tecnológico (UDT) de la Universidad de Concepción (UdeC), señala que la Norma Chilena 3246/1 de 2011 entrega los principios para clasificar los biocombustibles sólidos de origen vegetal y especifica sus clases y propiedades. “En su texto queda claro que el poder calorífico no es la única propiedad de la biomasa que es de interés evaluar al momento de su caracterización. También se mide el contenido de cenizas y la humedad. Y si se trata de pellets de madera, es relevante conocer su cantidad de finos, durabilidad mecánica, densidad a granel y otros antecedentes como el comportamiento de fusión de las cenizas”, sostiene.

Añade que, en particular, la determinación del poder calorífico que se realiza en la UDT se basa en la Norma Española UNE EN 14918 y se aplica para conocer el poder calorífico en biocombustibles sólidos como biomasa forestal y pellets de madera. Enseguida describe el proceso que así lo permite:

•    Primera Etapa:

Implica la preparación de las muestras, según la Norma Española UNE EN 14780. El método busca que éstas queden reducidas a una o más porciones de ensayo que son, en general, menores que la muestra original. El principio básico de esta reducción es que la composición de la muestra, tal y como se toma en el sitio, no sea modificada durante ninguna de las etapas de la preparación de la misma.


Lea este artículo completo en InduAmbiente Nº 126 (enero-febrero 2014), páginas 70 a 72.