¿Sabía usted que solo en la zona urbana del Gran Santiago hay unos 2 millones de personas que, durante el día, podrían estar expuestas a niveles de ruido inaceptables?, ¿Y que, de acuerdo a una metodología de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que en dicha zona el 3,7% de las cardiopatías isquémicas son atribuibles a ese contaminante invisible, mientras que 400 mil personas sufren alta alteración del sueño por esa misma causa?
Esos datos compartidos por el Ministerio del Medio Ambiente (MMA) son parte de los antecedentes con que la autoridad justifica el próximo desarrollo de una inédita norma que apunta a definir objetivos de calidad acústica en el territorio nacional, con miras a proteger la salud de la población. De esta manera, nuestro país podría ser el primero en América Latina en contar con una regulación de este tipo.
Norma Necesaria
“Evidencia internacional y nacional disponible en documentos de la OMS, de la Agencia Ambiental Europea y de la comunidad científica, señala que el ruido es un problema de salud pública creciente en el mundo y que genera un sinnúmero de impactos en salud y calidad de vida: enfermedades cardiovasculares, efectos sobre el sueño, efectos sobre el metabolismo, deterioro cognitivo, deficiencia auditiva y tinnitus, deterioro de la calidad de vida, bienestar y salud mental”.
Las palabras pertenecen a Igor Valdebenito, Jefe del Departamento de Ruido, Lumínica y Olores del MMA, quien añade que estudios elaborados por esta Secretaría de Estado han permitido estimar que solo en el Gran Santiago urbano existen 2 millones de personas potencialmente expuestas a niveles de ruido que alcanzan los 65 decibeles (dB) o más en el día y 1.440.000 habitantes que podrían tener que soportar 55 o más dB durante la noche. Esos niveles son considerados “inaceptables”, según los estándares definidos por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Igor Valdebenito indica que la norma de calidad podría estar lista en unos dos años más.
De acuerdo a esa misma escala, las comunas de La Serena, Coquimbo, Coronel, Temuco, Padre Las Casas y Valdivia suman 175.000 habitantes en el día y 56.000 personas en la noche potencialmente expuestas a niveles de contaminación acústica que sobrepasan el límite aceptable. Otros datos recopilados por el MMA en la zona circundante a la Ruta 5 (tramo concesionado) indican que hay 80.000 personas durante el día y 155.000 en la jornada nocturna que se verían afectadas por este problema.
Valorando los antecedentes levantados por el MMA, Nicolás Bastián, presidente del Colegio de Ingenieros en Acústica de Chile, plantea que es “muy necesario y adecuado desarrollar una norma de calidad de ruido en nuestro país”.
En relación a eso, Valdebenito comenta que el proceso para su elaboración debiera partir en junio. Y la regulación podría ver la luz recién en unos dos años más, considerando los plazos establecidos en el Procedimiento de Dictación de Normas de Calidad y de Emisión (D.S. Nº 38/2012 MMA), para las distintas etapas: 12 meses para elaborar el anteproyecto, 60 días hábiles para la consulta pública y 6 meses para desarrollar el proyecto definitivo, tras lo cual se requiere de la firma de las autoridades correspondientes, la toma de razón en Contraloría y la publicación en el Diario Oficial.
Pese a que ese horizonte parece lejano, hay ciertos aspectos que cabe tener en cuenta para comprender el alcance y las implicancias de esta próxima regulación.
“Esta será una norma de calidad primaria, y por su definición, abarcará todo el territorio nacional. Sin perjuicio de lo anterior, uno de los temas de análisis, por cierto, será si se establecen objetivos de calidad según las características de áreas territoriales. Siempre, considerando, que éstas se definan de forma equivalente y homogénea para todo el país”, aclara Valdebenito.
Agrega que para establecer los objetivos de calidad acústica se considerarán “por un lado, antecedentes relacionados con la identificación de las principales fuentes de ruido, la caracterización espacial y temporal del ruido ambiental y la distribución del contaminante en el país. Y, por otra parte, información acerca de los efectos adversos producidos por la exposición del ruido en la población”.
Nicolás Bastián complementa: “Para establecer los objetivos de calidad acústica, es necesario conocer en detalle la situación actual del país, analizar normativas de referencia para establecer a dónde se quiere llegar y, luego, evaluar si la diferencia entre lo que se quiere alcanzar y lo actual es factible de implementar y cuál es su costo de ejecución. En este sentido, es necesario establecer objetivos considerando la mirada del mundo académico, público y privado, para lograr, entre todos los participantes, definir objetivos efectivos”.
Considerando que la finalidad última de la norma es proteger la salud de las personas, cabe preguntarse si sus objetivos de calidad tendrían que estar alineados con los estándares recomendados por la OMS (ver datos). En relación a eso, Valdebenito sostiene: “La Organización Mundial de la Salud establece sus recomendaciones desde el punto de vista de evidencia de impacto en salud, por lo que siempre es importante tenerlas como referencias o metas. Sin embargo, existen otras recomendaciones de agencias y normativa internacional, muchas de ellas ambientales, que pueden ser consideradas como metas intermedias viables de implementar”.
Nicolás Bastián considera muy necesario definir objetivos de calidad acústica en Chile.
En la misma línea, Bastián opina que las recomendaciones de la OMS se debieran ver “como una meta a largo plazo. Existen otros estándares que podrían considerarse, como los establecidos por la OCDE que, de hecho, son los que evalúan los mapas de ruido de ciudades como el Gran Santiago y que parecen ser adecuados como metas más cercanas.
Por esto, si bien los objetivos de la OMS son una buena meta, al momento de definir los objetivos de nuestra norma se debe tener una mirada amplia en cuanto a la normativa o estándares existentes, que reconozca las necesidades y las diferencias de los territorios”.
Más Monitoreo y Control
Los especialistas advierten que la futura norma de calidad de ruido tendrá una serie de implicancias que llevará, primero, a reforzar el monitoreo de esta variable en el país.
Así lo explica Igor Valdebenito: “El cumplimiento de una norma primaria de calidad ambiental debe verificarse mediante mediciones en donde existan asentamientos humanos y se afecte la salud de la población, por lo que se prevé utilizar redes de monitoreo de ruido ambiental. En este sentido, se deberá analizar la extensión y amplitud de dicha red y qué criterios se utilizarán para definir los eventuales nuevos puntos de monitoreo. De cualquier forma, los criterios de localización de estaciones de medición se basarán en variables espaciales que permitan definir y representar los niveles de ruido presentes en zonas donde exista población”.
Nicolás Bastián agrega que la ampliación del monitoreo requerirá de profesionales con el conocimiento específico, como los ingenieros acústicos que “por formación podrán implementar una red donde sea necesario, dando confianza a la precisión del sistema y, por ende, los datos de ruido medidos”. Y en cuanto a los criterios para su ubicación, plantea: “Dado que la principal fuente de ruido de una ciudad es el tránsito vehicular, parece razonable que las estaciones de monitoreo se instalen en los lugares donde estén las principales vías de cada comuna”.
El adecuado monitoreo del ruido ambiental permitirá detectar la eventual superación de la futura norma de calidad, lo que implicaría una declaración de zona saturada o latente y la posterior elaboración de planes de prevención y/o descontaminación. “Es en dicho punto donde se deberá analizar si se establecen nuevas normas de emisión para fuentes específicas o se aumentan las exigencias en las normas de emisión existentes”, señala Valdebenito.
La futura norma llevará a ampliar las redes de monitoreo de ruido ambiental en el país.
El representante del MMA comenta que en nuestro país “las principales fuentes de ruido corresponden a la infraestructura de transporte como autopistas/carreteras y red vial estructurante urbana, aeropuertos, líneas ferroviarias/metro; la actividad industrial y el ruido conductual”.
En ese contexto, si se supera la futura norma, también se debiera evaluar la aplicación de medidas de control como el aislamiento acústico de fachadas de viviendas, el establecimiento de zonas de amortiguamiento, la implementación de barreras acústicas, el aumento de la electromovilidad en buses de locomoción colectiva, y la operación de buses de menor emisión en vías con entornos sensibles, entre otras.
Nicolás Bastián ahonda en las posibles acciones para controlar el ruido a nivel urbano.
“Respecto al transporte público, la medida más efectiva es considerar el recambio a vehículos eléctricos. En esta misma línea, se deberían mejorar los servicios de transporte y su interconexión entre todas las modalidades a efectos de incentivar su uso por sobre los automóviles, o también considerar el teletrabajo como una alternativa para reducir la movilidad. En cuanto al transporte particular, la medida más efectiva es restringir el uso de algunos tipos de vehículos (por ejemplo, todos los no eléctricos) en zonas que sobrepasen la norma de calidad. Y seguir incorporando vehículos más silenciosos, para lo que nuestro país hoy cuenta con una norma de emisión que regula el ruido de vehículos livianos, medianos y motocicletas”.
Recuerda, además, que otras fuentes relevantes de contaminación acústica a nivel urbano, como las construcciones, discotecas y actividades de culto, deben cumplir con los niveles máximos permisibles de la norma de ruido para fuentes fijas (D.S. Nº 38/11 del MMA) e implementar medidas de control si corresponde.
Asimismo, Bastián pone énfasis en la necesidad de “incorporar la variable ruido ambiental en el diseño de nuestras ciudades, lo que evitaría la construcción de viviendas cercanas a megainfraestructuras como carreteras o aeropuertos. Y también, implementar un estándar de aislamiento acústico mínimo para la construcción de viviendas, lo cual mejoraría nuestra calidad de vida. Aquí también es clave el rol de los ingenieros acústicos, y Chile cuenta con los profesionales preparados para repensar un país libre de contaminación acústica”, concluye.
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DATOS
40
Decibeles ponderados (dBA) como promedio anual es el límite recomendado por la OMS para el ruido externo durante la noche. Para la jornada nocturna, aconseja menos de 50 dBA.
14
Estaciones tiene la red de monitoreo continuo de ruido ambiental del Ministerio del Medio Ambiente: 10 en Santiago, 2 en la Región de Valparaíso y otros 2 en el Biobío.
70%
Del ruido ambiental en las ciudades es responsabilidad del tránsito vehicular, según numerosos estudios.
Artículo publicado en InduAmbiente N° 170 (mayo-junio 2021), pág. 58-60.