Por Esteban Villarroel C.
Especialista en higiene ocupacional
Asociación Chilena de Seguridad (ACHS)
La seguridad al interior de las plantas de tratamiento de residuos industriales líquidos (Riles) y de aguas servidas va mucho más allá de poner cuidado frente a posibles emanaciones tóxicas. Quienes cumplen labores en esas instalaciones están expuestos a riesgos numerosos y diversos, los que sin embargo pueden controlarse a través de la adopción de una serie de recomendaciones preventivas.
En las plantas de Riles se reducen o mitigan los contaminantes generados por las empresas, sometiendo los efluentes líquidos a tratamientos físicos, químicos o biológicos.
Se trata de un sistema basado en procesos de disminución de la carga orgánica presente, mediante acción biológica, normalmente asociada al concepto de “lodos activados”. Este método requiere, junto con el monitoreo de las condiciones del proceso, un control efectivo sobre la composición y contenido del flujo de entrada.
Los procedimientos que se realizan en estas instalaciones cuentan con un alto grado de automatización, lo que permite que funcionen las 24 horas del día. En ellas, el personal es reducido, en términos de la proporción a la magnitud de las plantas.
Sus tareas se abocan a:
• Labores de vigilancia.
• Control del funcionamiento.
• Mantenimiento.
• Toma de muestras y análisis de laboratorio.
• Funciones que implican recorridos por las diferentes instalaciones (piscinas, estanques, reactores, sedimentadores, filtros, canchas de secado, plantas elevadoras y otras).
• Tareas que requieren de tránsito a través de diferentes vías (pasarelas, rampas, escaleras, cámaras de inspección y otras vías de acceso o aproximación).
Riesgos más Frecuentes
La mayor tasa de accidentabilidad está presente en aquellas actividades relacionadas con el mantenimiento preventivo y reparaciones de emergencia. Los incidentes que más se repiten son:
• Caídas desde distintos niveles.
• Golpes y cortes con herramientas.
• Contacto con sustancias cáusticas y corrosivas.
• Proyección de fragmentos y partículas metálicas.
• Contacto con gases asfixiantes o mezclas explosivas en recintos confinados.
• Contacto directo con animales e insectos.
• Alergias e infecciones por agentes microbiológicos.
En Plantas Domiciliarias
Por otra parte, las redes de alcantarillado y plantas de tratamiento de aguas servidas (PTAS) están diseñadas para transportar y recibir efluentes líquidos de tipo domiciliario. Por esta razón es posible encontrar una gran variedad de sustancias trasladadas por agua, como fluidos biológicos, excretas, detergentes, restos de materia orgánica, sales solubles y microorganismos, además de otros agentes, principalmente, químicos.
Estos últimos, al mantenerse dentro de rangos de concentración aceptables, no favorecen la corrosión, incrustación u obstrucción de las redes de alcantarillado; formación de gases tóxicos o mezclas explosivas en las mismas, ni tampoco producen interferencias en los sistemas de tratamiento de aguas servidas.
Respecto a los agentes biológicos, para que se produzca una infección, no basta que existan microorganismos patógenos en el ambiente. Además, deben estar presentes en una cantidad tal que constituyan dosis infectantes y que ingresen al organismo por una vía no controlada, como la respiratoria, digestiva o dérmica.
En instalaciones y redes de aguas domiciliarias existen cuatro clases de organismos patógenos para el hombre: bacterias, virus, protozoos y helmintos. El riesgo de exposición se encuentra asociado al tipo de agente, su concentración relativa y nivel de exposición.
Sus efectos nocivos son:
• Afecciones gastrointestinales: por inhalación de aerosoles, ingesta involuntaria de un producto al entrar en contacto la mano con la boca (al fumar, por ejemplo) u otras faltas de higiene.
• Daños en la piel: por cortes, mordeduras de animales (como ratones, por ejemplo) u otras lesiones.
Lea este artículo completo en Revista InduAmbiente N° 145, marzo-abril 2017 (pág. 98).