La emisión de gases de efecto invernadero se ha ido desacelerando en Chile por la irrupción de las energías limpias. Industriales plantean propuestas para mantener esta tendencia en el periodo de recuperación económica.
La pandemia por Covid-19 no solo ha traído malas noticias. Una de las buenas ha sido la reducción global en las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), que en 2020 fue en torno a un 7%. Esto, debido al confinamiento masivo que enfrentó gran parte de la población mundial por largos meses.
El impacto positivo, empero, está lejos de ser suficiente. De ahí que la comunidad científica, la ONU y organizaciones civiles, principalmente, hagan constantes y urgentes llamados para que los países ejecuten medidas y acciones concretas para cumplir el Acuerdo de París y el planeta no aumente su temperatura al final del siglo XXI más allá de 2 °C respecto a los niveles preindustriales.
¿Qué aporte está haciendo nuestro país? El año comenzó con una buena nueva: el Cuarto Informe Bienal de Actualización de Chile sobre Cambio Climático, presentado ante la Convención Marco sobre el tema, reveló una desaceleración de las emisiones de GEI entre 2017 y 2018, periodo en que solo aumentaron en torno a un 2%.
Como referencias, entre 1990 y 2000 subieron de 33.631 a 51.746 las kilotoneladas (kt) de carbono equivalente. En 2013, el incremento fue de 79.901 kt y en 2016 de 86.191 kt, sin embargo, entre el 2016 y 2017 no se elevaron más de 1.000 kt, mientras que del 2017 al 2018 el aumento fue inferior a las 100 kilotoneladas.
Ese halagüeño panorama registrado desde el 2016 se debe a la ralentización importante de las emisiones de GEI en el sector energía. La razón es muy clara: la participación cada vez mayor en la matriz energética de las energías renovables no convencionales (ERNC), sobre todo de los recursos solar y eólico. Además, ha ayudado el menor uso del carbón para generación eléctrica y la creciente penetración del transporte eléctrico.
De acuerdo al último inventario, el rubro energético contribuye con el 31% de los GEI, seguido por el transporte terrestre (21%), minería (7%), sector comercial, público y residencial (7%), y residuos (6%).
Desde el Ministerio del Medio Ambiente aclaran que el sector forestal también emite (considerando cosechas, combustión, incendios y otras fuentes), pero las capturas netas son mayores gracias, sobre todo, a los bosques nativos y plantaciones. No obstante, los grandes incendios forestales de 2017 tuvieron un efecto relevante en el último balance bienal.
La Ministra del ramo, Carolina Schmidt, confía en que el reporte del periodo 2019-2020, que se entregará el próximo año, será más positivo por un impacto mayor de la electromovilidad y una aceleración del cambio a las energías limpias y en la gestión de residuos gracias a la aplicación de la Ley REP y la economía circular.
Crecimiento vs. Emisiones
A juicio de la autoridad ambiental, el informe bienal muestra cómo la acción climática decidida no se opone al crecimiento económico, produciéndose un desacople entre ambos.
De hecho, en Davos 2021, el encuentro anual del Foro Económico Mundial, Schmidt subrayó en una de sus intervenciones virtuales la necesidad de "erradicar el mito de que el cuidado del medio ambiente y el crecimiento económico son opuestos. Todo lo contrario. Sabemos que el riesgo climático es un riesgo de inversión. Pero también creemos que la transición climática presenta una oportunidad de inversión histórica".
También destacó la importancia de acelerar la cooperación entre los sectores público y privado para lograr una economía de cero emisiones al 2050. "El sector privado no es el problema del cambio climático, sino que es parte de la gran solución a este flagelo", sostuvo.
En el mismo sentido, comentó que "la Alianza de Ambición Climática, con sus campañas Race To Zero y Breakthroughs de 27 sectores, entiende que solo trabajando en conjunto con el sector privado podemos fomentar la ambición para abordar la acción climática al nivel y la urgencia que necesitamos".
Propuesta Industrial
En línea con lo anterior, la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa) presentó en enero el documento "Recuperación Resiliente y Sustentable", que detalla una serie de desafíos comunes para las empresas en temas como cambio climático. A continuación detallamos las propuestas del gremio:
• Definir los reglamentos en colaboración con el sector privado y potenciar los sistemas de monitoreo, reporte y verificación para acreditar el cumplimiento de las normas que establezcan límites a la emisión de gases de efecto invernadero y/o contaminantes climáticos de vida corta mediante certificados de reducción, absorción o excedentes de GEI. Esto, tomando como base el enfoque centrado en el control de las emisiones de material particulado fino para el desarrollo de planes de descontaminación atmosférica seguido por el país en la última década.
• Proveer condiciones habilitantes a través de la regulación para el cumplimiento de los compromisos de reforestación, internalizando, por ejemplo, el valor de la mitigación climática dentro del análisis de los pequeños y medianos propietarios de bosques, plantaciones y terrenos, y promover incentivos para el manejo forestal.
• Participar en la definición de los presupuestos sectoriales de gases de efecto invernadero para acceder y contribuir a generar la información adecuada acerca de la factibilidad de su cumplimiento y los costos asociados de las acciones y medidas que se están considerando.
• Posicionar al país como un exportador de acciones de mitigación en el mercado global de emisiones estableciendo lineamientos para desarrollar una estrategia acorde y planes de implementación.
• Participar activamente en la Agenda de Transición Justa para potenciar la reconversión o reubicación de trabajadores de aquellas industrias que cerrarán o reconvertirán sus actividades producto de la descarbonización de la economía.
• Apoyar al sector construcción en la elaboración de nuevos reglamentos de eficiencia en edificios y electrificación de viviendas, estructurando presupuestos de emisiones sectoriales y estándares voluntarios.
• Crear un centro de excelencia para el monitoreo de contaminantes atmosféricos y evaluar el establecimiento de alianzas con centros de investigación relativos a cambio climático y contaminantes atmosféricos existentes en el país.
• Impulsar el fortalecimiento de los sistemas de compensación de emisiones atmosféricas a lo largo del país, tanto para contaminantes de impacto local como global. Esto, a través de programas de reconversión gratuita de calefacción a leña por sistema eléctricos de alta eficiencia y otros programas de compensación de emisiones como iniciativas de sustitución de petróleo diésel en los sectores de transporte e industria, con especial foco en comunas con alta contaminación como Coyhaique.
• Impulsar el levantamiento y fomento de medidas de protección de la biodiversidad y exploración y aplicación de soluciones basadas en la naturaleza, en especial para el sector agroalimenticio.
• Apoyar la publicación, difusión y actualización de los mapas de riesgos de cambio climático que están en proceso de elaboración.
• Colaborar en la definición del plan sectorial de adaptación para borde costero, asegurando la correcta inclusión de esta problemática.
• Impulsar iniciativas público- privadas que tengan por objetivo trabajar la planificación urbana en materia de adaptación al cambio climático.
Artículo publicado en InduAmbiente 168 (enero-febrero 2021), páginas 40 a 43.