Por Juan Manuel López
Gerente de Calidad y Negocios de IAL Ambiental INERCO
La diversificación de la matriz energética de cualquier sistema eléctrico es un factor estratégico y clave para garantizar un suministro de electricidad fiable, estable y técnica y económicamente viable. Para ello se requiere la convivencia en fuentes renovables y no renovables de generación eléctrica.
En este contexto, las centrales termoeléctricas juegan un papel relevante. La tecnología disponible hoy permite construir y operar modernas y eficientes centrales de este tipo con un reducido impacto ambiental, como ocurre con los grupos de vapor de carbón o gas natural, turbinas de gas en ciclo combinado, turbinas de gas en ciclo abierto, motores diesel, entre otras.
No obstante, el desarrollo y operación de cualquier proyecto termoeléctrico sigue necesitando de un pormenorizado análisis para garantizar un bajo impacto ambiental en su entorno. Ello implica una correcta evaluación de sus potenciales impactos y la implementación de las mejores prácticas disponibles para diseñar y operar la central.
Los posibles impactos ambientales a los que se debe prestar mayor atención son las emisiones al aire ocasionadas por la combustión en la central, la descarga de efluentes líquidos principalmente asociada al sistema de refrigeración, los ruidos generados por la operación y, en las centrales a carbón, la gestión de residuos como las cenizas y escorias. A continuación se indican algunas claves sobre los dos primeros aspectos, que conviene considerar en el diseño de una central para minimizar el impacto ambiental durante su fase de operación.
Emisiones Atmosféricas
El nivel de emisiones atmosféricas que se genera en una central está condicionado por la tecnología y el combustible empleado, así como por las medidas primarias y secundarias de reducción de emisiones implementadas. En las centrales de carbón debe prestarse atención a las emisiones de NOx, SO2, material particulado (MP) y ciertos metales pesados, mientras que en las plantas a gas natural, las principales son las de NOx.
Para garantizar el cumplimiento de la normativa de calidad del aire aplicable y no afectar la salud humana ni los ecosistemas, el diseño de las plantas debe limitar las emisiones implementando las mejores tecnologías disponibles y diseñar la altura de la chimenea por la que se emiten los gases para que se produzca una adecuada dispersión de las emisiones en el aire ambiente.
Entre las mejores técnicas disponibles para reducir las emisiones están:
-Unidades de desulfuración que permiten disminuir entre un 80% y más de un 95% las emisiones de SO2.
-Precipitadores electrostáticos y filtros de mangas que captan entre un 95% y más de un 99% de MP.
-Medidas de optimización del control de la combustión, uso de quemadores de bajo NOx y/o implementación de sistemas de reducción catalítica o no catalítica de desnitrificación (SCR o NSCR) para minimizar los NOx.
La evaluación del impacto sobre la calidad del aire en el proceso de diseño de una central termoeléctrica pasa por la aplicación de modelos de dispersión atmosférica para calcular las concentraciones de contaminantes primarios y secundarios (material particulado secundario y ozono) en el aire ambiente a las que puede verse expuesta la población.
Estos modelos integran factores como la meteorología, la topografía, la física que determina la dispersión en el aire y las transformaciones químicas que pueden ocurrir en el aire ambiente en torno a la central.
Hoy existen modelos de última generación como CALPUFF y/o CMAQ que, correctamente alimentados con datos meteorológicos de calidad y usados por personal experto, arrojan resultados significativamente fiables.
Lea este artículo completo en Revista 134, páginas 36-37.