Revista de descontaminación industrial, recursos energéticos y sustentabilidad.

DESTINO DE PODER

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Las plantas WtE son una opción eficaz para convertir los residuos en energía.



Además del reciclaje, otro destino sustentable para la basura domiciliaria es la producción de energía. Pero en Chile esta práctica recién comienza. De hecho, hasta el momento se han concretado algunos aprontes en instalaciones de rellenos sanitarios. En ellos, a partir del biogás que naturalmente liberan los desechos, se genera potencia para luego inyectarla a la red.

No obstante, hoy existe una tecnología que a juicio de especialistas es más ventajosa desde el punto de vista de la eficiencia y de sus impactos ambientales. Son las llamadas plantas de transformación de residuos en energía o “Waste to Energy” (WtE). Se trata de instalaciones que reciben desechos de diversa procedencia. Estos residuos luego se gasifican y se aprovechan para generar energía.

Según Arnulfo Oelker, Gerente Técnico de Thermal Engineering, las plantas WtE están integradas por cinco componentes. Primero, un sistema de recepción o almacenaje, que corresponde a la zona donde se recibe la basura. “Ahí se puede hacer una clasificación y algunas mezclas de los desechos para tratar de homogenizarlos; en muchos casos, la basura se dimensiona para que tenga cierta capacidad de autonomía, poder intervenirla y así la instalación siga recibiendo volúmenes por un período acotado de tiempo mientras se hace alguna intervención, como mantenimiento o reparación”, señala.

Y agrega: “La zona de almacenaje permite gestionar las variaciones en la cantidad de basura recibida. Ahí, la grúa garra mezcla y suministra la basura en la composición y cantidad deseada”.

Posteriormente, viene el proceso de gasificación. En esta etapa, dice el experto, hay que considerar que entre el 70% y 75% de la basura domiciliaria es gasificable. Es decir, transformable en un gas con bajo contenido calorífico.  

Dentro de los sistemas de gasificación, tres son los principales. El más usado es el denominado “parrilla”, que se prescribe para los residuos sólidos urbanos y mezclas con biomasa. “Es como una parrilla, especialmente construida, que requiere de cierta homogeneidad del combustible a gasificar”, sostiene Oelker.

También está el lecho fluidizado, que puede ser burbujeante o circulante. El primero es adecuado para residuos y mezclas de residuos homogéneos, aunque  igual se utiliza en la co-gasificación de lodos. “Éste consiste en un lecho con arena, que se hace burbujear y se mantiene a una cierta temperatura”, explica el ingeniero, añadiendo que “una de sus ventajas es que puede manejar un amplio rango de desechos: biomásicos, lodos y plásticos, entre otros”.

De igual modo, el lecho fluidizado circulante dispone de gran flexibilidad en el combustible a usar. De acuerdo a Arnulfo Oelker, esta opción permite minimizar las emisiones y aporta gran robustez al sistema. Asimismo, posibilita la obtención de alto PCs (poder calorífico superior).

Finalmente, está el direct melting, una tecnología de gasificación en que los residuos son sometidos a una temperatura muy alta (>1800 ºCelsius). A través de este método los desechos se descomponen por completo. “La totalidad de la basura se derrite de manera directa y el remanente es prácticamente una arenilla. Esto hace posible que el direct melting permita tratar cualquier tipo de residuos, incluso los hospitalarios”, destaca el Gerente Técnico de Thermal Engineering.


Lea este artículo completo en InduAmbiente 142 (septiembre-octubre 2016), págs. 58 a 60.