A fines de junio, el Ministro de Energía, Andrés Rebolledo, comentaba en una conferencia de prensa que el 17% de la capacidad instalada total de generación eléctrica a nivel nacional correspondía a energías renovables no convencionales (ERNC). Y enseguida aseguraba: “Estamos seguros que la meta que nos propusimos, de tener el 20% de la matriz en base a ERNC al año 2025, la cumpliremos antes de terminar esta década”.
Buenos augurios que se sostienen en hechos concretos como que hoy existen 32 centrales eléctricas en construcción que operarán con estas fuentes, en gran medida gracias a que se han ido derribando las barreras técnicas, económicas y de competitividad que antes existían en el mercado.
Sin duda, una tendencia alentadora considerando que este tipo de energías contribuye a avanzar hacia un desarrollo más sustentable y amigable con el medio ambiente.
¿Hasta dónde podrían avanzar las ERNC durante los próximos años en Chile?, ¿Qué desafíos hoy se deben afrontar para consolidar su crecimiento?
Proyecciones
Según datos del Ministerio de Energía, a junio de 2017, las energías renovables (incluyendo las hidroeléctricas mayores a 20 MW) constituían el 44% de la matriz eléctrica de Chile.
La Política Energía 2050, que recoge la visión estratégica para el desarrollo de nuestro país en esta materia, establece como meta que a mediados de siglo el 70% de la capacidad de generación eléctrica provenga de este tipo de recursos. Una cifra que el propio Ministro Rebolledo se ha encargado de “corregir al alza”, asegurando que nuevos estudios prospectivos realizados por su cartera “indican que el año 2035, vamos a tener un 60% de renovables en la matriz eléctrica, y al año 2050 llegaríamos a un 90%”.
Las cuentas y proyecciones del Gobierno incluyen la energía hidroeléctrica en su conjunto, sin distinguir entre grandes centrales –donde se cuentan las mega represas– y aquellos proyectos menores a 20 MW que entran en la categoría de renovables no convencionales.
Distinta es la visión de la Mesa Ciudadana sobre Cambio Climático que promueve la campaña “100% ERNC para el 2050”, apoyada por más de 55 organizaciones de la sociedad civil. En sus declaraciones advierten que Chile tiene la matriz de generación eléctrica más sucia de América Latina, con un 58% basado en carbón, gas natural y petróleo, según datos de la Agencia Internacional de Energy. Frente a ello, resaltan los beneficios ambientales, económicos y sociales de las ERNC e indican que es factible y urgente avanzar en su uso, toda vez que “las limitaciones técnicas, económicas y de mercado han desaparecido e incluso constituyen hoy factores que promueven y facultan su desarrollo”. La imposibilidad de alcanzar la meta mencionada “tendría más que ver con falta de voluntad y visión política traducidos en trabas legales”, sostienen.
Al mismo tiempo plantean su desacuerdo con el desarrollo de proyectos hidroeléctricos a gran escala por sus “elevados costos sociales y ambientales. Además, recientes investigaciones indican que los grandes embalses no contribuyen a la mitigación del cambio climático ya que podrían emitir significativas cantidades de GEI (gases de efecto invernadero), particularmente metano”.
El Ministro Rebolledo plantea al respecto: “El dato y el hecho es que las hidroeléctricas de mayor capacidad son energías renovables. Ahora, el desafío es que además sean sustentables y eso supone un esfuerzo por hacerse cargo de los impactos ambientales y en las comunidades. Las empresas necesariamente tienen que recoger esos elementos para poder viabilizar esos proyectos. Creemos que en ese sentido tanto la institucionalidad como las empresas hoy en Chile han avanzado”.
Lea este artículo completo en InduAmbiente 147, julio-agosto 2017, páginas 12 a 17.