Existen diversas operaciones industriales y productivas que se desarrollan en ambientes con alta presencia de contaminantes atmosféricos, tales como la minería o la construcción. Este factor de riesgo puede derivar en consecuencias de distinto tipo y nivel de severidad para la salud de los trabajadores, abarcando desde asfixias químicas hasta el cáncer.
Para prevenir estos problemas de salud ocupacional se utilizan los equipos de protección respiratoria, dispositivos que filtran el aire y actúan como barreras para atrapar los elementos nocivos y, de ese modo, proteger al organismo de su exposición.
Según explican Rocío Córdova e Iván Inostroza, consultores de higiene ocupacional del IST, Zonal Metropolitana, “el uso de protección respiratoria se requiere en aquellas actividades en cuyos ambientes de trabajo hay presencia de sustancias químicas en forma de polvo, humo, rocío, neblina, gas o vapor en cantidades que pudiesen ser perjudiciales para la salud de las personas”.
Los agentes químicos que pueden hallarse son diversos. Entre otros, sílice, asbesto, talco, berilio, carbón, cáñamo, arsénico, algodón y lino.
Elegir Bien
Para Ricardo Vásquez, director de la Escuela de Construcción del instituto DUOC –que imparte la carrera de Ingeniería en Prevención de Riesgos–, la elección del elemento de protección respiratoria depende del contaminante al que el trabajador esté expuesto y de las características propias de las tareas que desempeñe.
Actualmente, hay diversos tipos de equipos de protección respiratoria, diseñados de acuerdo a los requerimientos específicos de cada ambiente laboral. Al respecto, David González, jefe de Higiene Ocupacional de Mutual de Seguridad, comenta: “Se debe partir identificando el o los contaminantes, sus concentraciones ambientales y sus límites permisibles. Luego, con base en la relación entre la concentración del contaminante y el límite permisible, determinar cuál es el factor de protección necesario y, en función de ello, elegir el tipo de máscara (medio rostro, rostro completo o APR) y el filtro (P100, gases ácidos, vapores orgánicos, etc.)”.
Los especialistas del IST coinciden con Vásquez, precisando que el mercado hoy dispone de un amplio rango de opciones: “Por ejemplo, existen filtros para polvos, humos, gases ácidos y vapores orgánicos, entre otros, los cuales dependiendo del modelo determinarán la concentración máxima que pueden retener”.
El profesional de Mutual de Seguridad añade que, para elegir la marca, el modelo y la talla, es recomendable que el usuario dé su opinión en función de tres aspectos: compatibilidad con otros elementos de protección personal (EPP) que deba usar –como antiparras o protector auditivo–, las características del trabajo que realiza y la mayor comodidad que pueda lograr con las alternativas de que disponga.
Recomendaciones de Uso
El Instituto de Salud Pública (ISP) publicó la “Guía para la selección y control de protección respiratoria”, donde se exponen los criterios técnicos y las recomendaciones para una adecuada selección, uso, limpieza, mantenimiento y almacenamiento de equipos de protección respiratoria.
Los expertos del IST opinan que, para hacer una correcta utilización de estos implementos, tanto la experiencia práctica en la materia como también el documento del ISP establecen aspectos a considerar. Entre ellos, mencionan:
- La necesidad de que el trabajador se encuentre debidamente capacitado (la guía técnica señala contenidos de inducción para el correcto uso del equipo).
- La realización periódica de pruebas de hermeticidad (test de ajuste).
- Control de condiciones que impidan un uso adecuado del respirador (personas con barba, malformaciones en rostro, etc.).
Lea este artículo completo en InduAmbiente N° 147, julio-agosto 2017, páginas 96 a 98.