Chile posee una variada geografía que, junto con su atractivo turístico, favorece el desarrollo de una diversidad de actividades productivas. Sea en pleno desierto, junto a fuentes de aguas, en la cordillera o en instalaciones industriales de superficie o subterráneas, miles de compatriotas diariamente cumplen jornadas laborales en ambientes de frío o calor extremos.
¿Pero basta con solo ingerir más agua durante el día para no deshidratarse al interior de un galpón sofocante? ¿O con ponerse otro suéter, buscando capear la helada de la montaña?
Expertos de Mutual de Seguridad y Duoc UC abordan distintas aristas de la problemática y entregan recomendaciones a empresas y trabajadores sobre cómo resguardar la seguridad y salud ocupacional de quienes se desempeñan en esas condiciones ambientales.
Diversos Riesgos
La exposición a temperaturas extremas es un peligro para la seguridad y salud de las personas. Así lo estiman Paz Zamorano, Jefe de Programas de Vigilancia de Salud, y David González, Jefe de Higiene Ocupacional de Mutual de Seguridad. Según los especialistas, esta situación afecta principalmente el sistema termorregulatorio del cuerpo y puede llegar a desequilibrar la temperatura interna, que rodea los 37 grados.
“Esto ocurre debido a que las cargas ambientales por calor o frío obligan al sistema a realizar modificaciones para mantener la temperatura interna; entre ellos, la sudoración, cambios en la circulación sanguínea o modificaciones en el metabolismo”, explican.
Cuando el trabajador se expone a temperaturas extremas –agregan Zamorano y González– son tan grandes las pérdidas o ganancias de calor que el organismo no es capaz de compensarlas. “Por eso es que la temperatura interna puede aumentar o disminuir desde su punto de equilibrio, con consecuencias en la salud que pueden ser progresivas en función de la magnitud del desequilibrio; partiendo por la disminución en el rendimiento de ejecución de las tareas y eventualmente llegando a tener, en casos extremos, consecuencias fatales, por efectos del golpe de calor o la hipotermia”, advierten los profesionales.
Una visión complementaria entrega Flavia Parentti, Subdirectora del Área Prevención de Riesgos de la Escuela de Construcción de Duoc UC. La experta precisa que, en el caso de exposición a frío extremo es posible que se produzca pérdida de motricidad y comportamiento aletargado, adicionalmente, acompañado de una depresión del sistema muscular e hipotermia. “Biológicamente hablando, cuando la temperatura interna alcanza los 25 °C, la consecuencia será la muerte del trabajador”, afirma.
Con relación a los efectos de desempeñarse en ambientes calurosos, señala que es común que el trabajador inicialmente sufra de enrojecimiento del rostro y cuerpo, como también de deshidratación e insolación. Sin embargo, concuerda con Zamorano y González en que lo más grave es el golpe de calor, momento a partir de los 38,5 °C en que el cuerpo entra en descontrol biológico. “Entonces no existe sudor y la temperatura corporal sube indiscriminadamente, mientras el riesgo de muerte se manifiesta a partir de los 42 °C”, sostiene la académica.
Asimismo, hay manifestaciones crónicas cuando la exposición es prolongada, añade Parentti. Por ejemplo, el síndrome de Raynaud, más conocido como el “síndrome de los dedos blancos” y, en el caso de calor, están la nefropatía intersticial crónica y la hiperhidrosis secundaria.
Artículo completo en InduAmbiente N° 141 (julio-agosto 2016), págs. 78-79.